En la doctrina económica que aboga por la independencia de los bancos centrales frente a los poderes políticos, un punto clave constituye la ganancia de credibilidad frente a los mercados. No se trata de una exagerada precaución, los políticos parecen estar endémicamente afectados por una mitomanía aguda. Frente a los caprichosos discursos políticos, muchos teóricos imaginaron acertadamente que los mercados se sentirían más cómodos si la política monetaria descansase sobre tecnócratas independientes.
Claro, hay políticos más mentirosos que otros. La reencarnación de Pinocho, el presidente Rajoy, es el mejor ejemplo que apuntala esa teoría.
Una de las primeras veces que lo escuché, vociferaba en el Congreso la existencia de armas de destrucción masiva en Irak como una verdad objetiva. Tan tajantes eran sus aseveraciones que me impresionaron. Luego aprendí que cuando Rajoy hace una aseveración tajante, debo asumir que el escenario opuesto es el real.
Hace pocos meses, en el debate presidencial antes de las elecciones, dijo con voz terminante: “Yo no pienso dar un solo euro de dinero público a un banco…”. Pues hace unas semanas inyectó 7 mil millones de euros en Bankia.
Frente a fuertes rumores de un posible rescate europeo, el 28 de mayo compareció ante la prensa y articuló pausadamente “No va a haber rescate para la banca española”. Uyyuyuyy, visto el nivel de certeza en su declaración, eso era pésima señal. Pues bien, menos de quince días después, se anuncia un rescate europeo mastodonte para el rector bancario español.
Pero la guinda en el pastel la añadió en declaraciones el día después del anuncio europeo. El mensaje fue el siguiente: “por haber ganado la credibilidad” (¡¡¡!!!) España ha consiguió una victoria, presionó a Europa y obtuvo las ayudas.
Hasta ahora no ha sido capaz de pronunciar la palabra “rescate”, a pesar de que todo el planeta conoce del evento; quizá para no perder su fama de “sincero”. Tanto así que una exasperada congresista le requería este miércoles: “Dígalo conmigo, rescate”.
Los mercados pueden ser irracionales, apasionados y susceptibles. Como una adolescente enamorada, cuyo amor es intenso, pero frágil y caprichoso. Esas características son constantes; precisamente basándome en ellas señalé, en enero del 2011, que a causa de la novelería había una burbuja formándose en la valoración de Facebook. Días después de su salida en bolsa en mayo, sus acciones han perdido más del 30% de su valor.
¿Rajoy pretende que los mercados –asustadizos y nerviosos– lo sigan a pesar de sus discursos falsos? El mundo entero se ha sorprendido por la capacidad del Mandatario de ser contradictorio. Que la crisis española sea un ejemplo para la clase política; los dobles juegos, las tretas, pertenecen a la vieja usanza.