El nuevo informe de la Cepal sobre Latinoamérica estima en 3,5 por ciento el crecimiento de 2013, menor al 3,8 por ciento previsto en su informe anterior.
Para América del Sur, el nuevo estimado es también 3,5 por ciento, un balde de agua fría puesto que hace tres meses se estimó 4,0 por ciento.
Los últimos años han sido los mejores para América Latina, luego de dos décadas perdidas. Pero es un crecimiento discreto del 3,5%. Esta buena década no es el equivalente al largo período de rápido desarrollo de los países asiáticos.
Los jaguares latinoamericanos, apelativo hoy aplicado al Ecuador de Correa, antes al Perú de Fujimori, no son los iguales de los tigres asiáticos.
El reputado economista chileno Ricardo Ffrench-Davis, en declaraciones a El País, observa que la economía latinoamericana tuvo un salto de 6,1 por ciento en 2004 luego de un estancamiento de seis años, tratándose de los mismos empresarios, los mismos trabajadores, en su mayor parte los mismos gobiernos. Lo que hubo fue un cambio en precios de exportación, un retorno de capitales, crecimiento de la demanda y mayor utilización de la capacidad instalada.
Añade que algo similar pasó en 2010, gracias al alza de las materias primas. “No es que la región se puso las pilas, pues seguimos con deficiencias”.
Ffrench-Davis centra su análisis en los países que siente están haciendo bien las cosas, para evitar polémicas respecto a los que señala “no avanzan”, entre los que destaca Argentina y Venezuela, país a la que Cepal asigna el peor desempeño en Sudamérica para 2013, en 2,0 por ciento.
Le preocupa que en estos países que hacen bien las cosas, menciona México, Brasil, Colombia, Perú, Chile y Costa Rica, sus pymes sufren por la competencia de importaciones asiáticas, que llegan con arancel bajo y dólar barato. Lo cual, unido a que la bonanza la alimentan las materias primas que se exportan a precios elevados, llevan a la reprimarización de las exportaciones .
El crecimiento que vive la región es, por lo tanto, pasajero: “Vivimos una ilusión transitoria. Una parte de los precios altos estamos ahorrándola y otras estamos comiéndola”.
Ffrench-Davis no se refiere al Ecuador, que en nuestro criterio no está ni entre los que “están haciendo bien las cosas” como Perú ni entre los que “no avanzan” como Venezuela.
Ffrench-Davis pone como elemento central la inversión, algo que prioriza el gobierno de Correa, con éxito en lo público, fracaso en lo privado.
Al Gobierno ecuatoriano también le interesa no reprimarizarse, quiere el cambio de matriz productiva, pero lo que no está claro es adónde quiere llegar ni cómo lo va a hacer. La estrategia coreana, que tanto gusta al Gobierno, requiere colaboración público-privada, pero en su Gobierno abundan funcionarios en posiciones de decisión quienes se erizan al escuchar el término “privado”.