Los zápara, un pueblo vivo

Carlos Andrade Pallares se graduó de lingüista en la Sorbona de París, a su regreso fue a vivir entre los zápara de la Amazonía ecuatoriana. Recopiló elementos de la lengua, mitos, y creencias. Permaneció allí algunos años y reunió un material tan precioso en su libro Kwatupama Sapara, que la lengua y la cultura záparas fueron declaradas por la Unesco “Obra Maestra del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad”.

Los zápara, son los más amazónicos de todos los pueblos de la región, son los que mejor expresan la relación con los animales, las plantas y los espíritus dotados de inteligencia, intención y energía.

Los zápara aún siguen apegados con lealtad a sus shamanes.

A través de sus mitos se comprende que alguna vez, ya conocieron la agricultura. Su dios creador Piatsaw “pasaba su tiempo acostado en una hamaca mientras comía mazorcas de maíz asadas. Piatsaw es ya un dios lejano y ocioso que no hace sino descansar porque el mundo ya está concluido.

Los zápara perciben el mundo con una especial sutileza estética. En sus danzas se cuelgan collares de “estrellas de anís”, así, mientras bailan en el ambiente se esparce el suave aroma de las semillas.

Para explicar el origen de la luna cuentan que “el joven se sintió mal, la madre fue al río preocupada.

Unos pájaros le contaron que su hijo se estaba elevando del suelo. La madre corrió a su casa y vio cómo el hijo ya estaba por encima de los árboles mientras tocaba una bella melodía, y siguió ascendiendo hasta que se convirtió en la luna”.

Hasta hace poco, los zápara se vestían con una “tela” confeccionada con la corteza del árbol llanchama, que a más de ser blanda y pulida, tiene propiedades curativas. Sobre la corteza blanca se dibujaban diseños artísticos, lo que hacía que los vestidos fueran verdaderas obras de arte.

La percepción estética tomó forma igualmente en la cerámica, ejemplo de ella está en los escudos guerreros que se guardan en Museo Quai Branly de París.

Tan interesante pueblo ha sido casi aniquilado por los efectos propios del colonialismo: esclavitud, atropello y exterminio, y además, por el olvido de los Estado-nación de Ecuador y el Perú que los han abandonado y son incapaces de defenderlos contra las concesiones petroleras que les acosan.

En la guerra de 1941 entre los dos países, los zápara se internaron en la espesura de la selva.
Con los acuerdos gubernamentales, unas familias del pueblo quedaron en la selva ecuatoriana y otros en la peruana.

Bartolo Ushigua, líder del pueblo zápara, cuenta en su libro “Zapara, cultura viva”, que los ancianos del pueblo aconsejaron ir en búsqueda de sus familiares. Se internaron en la selva, caminaron durante días, al final los encontraron y entre lágrimas se fueron reconociendo.

Había pasado 57 años, unos ya no estaban, pero habían nacido otros que son símbolos de la esperanza del pueblo zápara.

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