Iglesia recibe aire nuevo

La renuncia del papa Benedicto XVI ventila una parte de los viejos y oscuros recovecos de la Iglesia Católica. Decisión entendible y sabia la del retiro, el primero de su tipo en seis siglos. Se abre una oportunidad para renovar aires en una religión que, aferrada a viejas normativas y prejuicios, pierde fieles sin pausa.

En los últimos 13 años, mientras la población mundial creció 16,6 por ciento, la grey católica lo hizo en menos de 14 puntos. Los bautizados representan hoy 17 por ciento de la población actual, 0,5 por ciento menos que en 2000 y 0,9 menos que en 1998, según se desprende de datos expuestos en los Anuarios Pontificios. La caída no fue más dramática gracias a crecimientos registrados en África y Asia, pues en América Latina, zona de mayor concentración católica, hay una marcada pérdida de fieles.

Baja el número de monjas rápidamente, igual que el de profesores de religión, en tanto que el de sacerdotes crece con timidez. Si se trata de números, hay poco que celebrar. En cuanto al seguimiento de las normativas vaticanas, algunas francamente pasadas de tiempo, cualquiera puede ser testigo de que los fieles son expertos en cumplirlas a discreción. Además, hay cientos de miles de bautizados que en los hechos ya no son católicos.

Benedicto deja la jefatura de la Iglesia por razones que tienen que ver con algo tan mundano como la vejez y el paso del tiempo, las mismas que durante siglos muchos papas debieron esgrimir pero no lo hicieron, dejando el mando a conciliábulos o asesores que pocas veces actuaron con transparencia.

Viene una nueva elección de papa y ya corren la apuestas sobre el sucesor, incluso se habla de la posibilidad de que sea designado por primera vez un oriundo de América Latina, donde está el grueso de la grey. Sin embargo, el peso e influencia de los prelados europeos ha sido y parece seguir siendo determinante. Serán finalmente los 118 cardenales de 48 países los que decidan, el nuevo pontífice saldrá de este grupo.

Aunque la mayoría de cardenales vigentes responde a las ideas de Juan Pablo II y de su sucesor, con cada papa, la Iglesia da giros y adopta estilos diversos. Parece que es el momento de dar algunos en temas como el uso de anticonceptivos, el sexo, la ordenación de mujeres sacerdotes y el trato a las minorías sexuales, entre otros.

La diáspora de católicos tiene relación con el alejamiento de la jerarquía vaticana de las realidades mundanas, con su aferramiento a normativas superadas, una gestión centralizada y en ocasiones autoritaria y con su responsabilidad histórica por haber escondido durante años el abuso de menores por parte de sus prelados. La renuncia de Benedicto, valiente y humilde, abre las puertas a un cambio.

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