Al inicio del nuevo milenio se difundió el rumor de que el IESS estaba desfinanciado y que urgía la necesidad de cambiar el régimen de capitalización colectiva, por uno de capitalización individual. Arduas discusiones parlamentarias culminaron en la elaboración de una nueva Ley del Seguro Social que contemplaba un sistema mixto en el que predominaban los aportes tradicionales solidarios y se establecía la posibilidad de utilizar el fondo de reserva para una futura capitalización individual voluntaria. El Tribunal Constitucional calificó como inconstitucional a este proyecto. Han transcurrido 18 años y contemplamos el fracaso de los sistemas de capitalización privada, en países cuyos trabajadores luchan por implementar, además, un sistema solidario.
Actualmente hay una gran preocupación por una inexorable realidad: el IESS está en inminente peligro de colapso.
Nunca, en la historia del país, se llegó a una situación institucional tan crítica como la actual, la nominación de funcionarios desconocedores de la seguridad social, pero con objetivos políticos, el incremento del número de trabajadores de 12000 a 38000, sin justificación, la suspensión del aporte del 40% del gobierno a las pensiones jubilares, la irresponsabilidad de la mayoría legislativa que aprobó la resolución que permitió otorgar atención de salud a los hijos de los afiliados menores de 18 años, sin establecer una contrapartida financiera, la nefasta resolución del Consejo Directivo que autorizó la disminución del fondo de pensiones para incrementar el del sistema de salud. Todas, el conjunto de decisiones irreflexivas que descapitalizaron en miles de millones de dólares al IESS e incrementaron su riesgo de catástrofe. Estas absurdas decisiones proyectan la amarga realidad que de cada diez personas que se atienden en el IESS, únicamente tres están financiadas.
Escasean las medicinas, muchas caducan y otras son de muy mala calidad, pues se compran por baratas, no por buenas, en las famosas “compras públicas”, otras no son adquiridas porque no constan en el cuadro básico de medicamentos (que debe ser aprobado por el Ministerio de Salud en un proceso que lleva tres años de retraso).
Salvar el IESS es un imperativo nacional, por bien de los jubilados, viudas, viudos, huérfanos y enfermos; requiere de una administración profesional y apolítica; de inversiones del Biess productivas y no fracasadas como las hechas en petróleo e hidroeléctricas. Según el Presupuesto del IESS de 2019, se contará con aportes de USD 5.141.118,315, a los que debería sumarse el cobro de la mora patronal de USD 1700 millones; estas recaudaciones, la optimización de gastos y el afán conjunto, sincero y sacrificado de gobierno, patronos y trabajadores, pueden ser el cimiento del rescate de la más noble institución nacional.