La crítica situación a la que ha llegado el IESS tras la década correísta es la más peligrosa bomba de tiempo para millones de ecuatorianos. A la consabida utilización de los dineros de los afiliados para resolver los apuros de la caja fiscal vía emisión de bonos con el fin de que los compre el Instituto, se agregaron, para el acelerado aumento de la deuda, las inversiones en proyectos públicos y las moras patronales por los empleados del sector estatal.
El régimen anterior echó mano de otros recursos para armar la bomba destructiva: eliminó el 40% del aporte obligatorio del Estado a las pensiones. En abril de 2015, la mayoría oficialista de la Asamblea aprobó esa eliminación, entre los artículos de la “Ley de Justicia Laboral”, con lo cual cometió una grave injusticia y propinó un golpe mortal para desfinanciar el fondo de pensiones. Además, hasta agosto de 2016 el balance del IESS registró USD 2 506 millones como deuda por cobrar al gobierno; pero al mes siguiente, en acto de prestidigitación macondiana, transformó ese valor a cero. Esta arbitraria operación de borrar la deuda por servicios de salud que correspondían al Estado y fueron prestados por el IESS se realizó cuando Richard Espinosa presidía el directorio del Instituto.
La última entrega de la revista Vistazo trae una oportuna investigación de María Belén Arroyo, “El botín del IESS”, que muestra otras formas del escandaloso saqueo. Al inicio del anterior gobierno, en 2007, el IESS contaba con 10 164 empleados. En la década se multiplicó casi por cuatro la nómina burocrática. De acuerdo con la Mesa de Estudios de la Seguridad Social, existe un exceso de 10.000 funcionarios. El balance entre empleados que dejan la entidad y los que entran en la sucesivas administraciones es de una dramática elocuencia, según resume el trabajo periodístico de Arroyo. Las tres cifras de más bulto: la administración de Ramiro González incrementó 8 773 empleados; la de Víctor Hugo Villacrés, 5 346; la de Richard Espinosa, 11 096.
A esos aumentos de personal se suman nombramientos a dedo y el cobro de “aportes” de los sueldos de funcionarios a favor de Alianza País y Cambio Generacional, el movimiento político “fortalecido durante la dirección de Espinosa para apoyar al correísmo y al morenismo”. La conclusión salta a la vista: “Las distintas administraciones del IESS durante el correísmo no solo se feriaron la plata de los afiliados, sino que, además, convirtieron a ese instituto en un reducto de proselitismo político”.
Desarmar esa bomba de tiempo que amenaza con explotar y enmendar los errores que han puesto en riesgo de bancarrota los fondos de pensiones y de salud son los retos mayores para salvar del colapso al sistema de seguridad social e iniciar su reforma estructural.