Cuando pensamos en personas que huyen para salvar su vida nos viene a la mente la guerra en Ucrania, en donde cerca de 10 millones de personas (una cuarta parte de la población del país) han tenido que dejar su tierra para ir a otros lugares en busca de refugio. Una persona refugiada es alguien que debido a violencia, persecución y violaciones a derechos humanos en su país de procedencia se ve obligada a huir. Por otro lado, los refugiados no pueden retornar a su terruño mientras subsistan las causas de su éxodo.
En el mundo hay diversos conflictos, algunos de larga duración, que provocan que miles de personas salgan huyendo junto con sus familias. Por primera vez se ha llegado a la cifra de 100 millones de personas desplazadas forzadamente de sus lugares de origen debido a diversos conflictos. Por otro lado, no todos los refugiados son bienvenidos. Por ejemplo, a la vez que la población de nacionalidad ucraniana recibía una amplia bienvenida en países de la Unión Europea, ciudadanos procedentes de países africanos en conflicto, pero que vivían en Ucrania, se encontraron con trabas para poder acceder al refugio en países europeos. Esto evidencia un trato diferenciado y hasta racista que viola el derecho de protección internacional.
En el Ecuador no somos ajenos a la realidad del refugio. Personas de nacionalidad colombiana se desplazan forzadamente hacia el Ecuador debido a nuevas configuraciones de un conflicto armado que, lejos de acabar, se reconfigura con nuevos rostros de violencia. Por otro lado, tenemos población venezolana que ha salido huyendo de su país debido a motivos económicos, sociales y políticos.
Cada 20 de junio se conmemora el Día Mundial del Refugiado para recordarnos que hay personas que forzadamente dejan sus hogares y sus sueños construidos en sus países de origen para buscar protección en otros lugares. Estas personas están cerca de nosotros. No seamos indiferentes a este drama humano.