¿El huevo o la gallina?

Más por hábito que por curiosidad he visto la cuarta temporada de House of Cards. Lo que empezó como una gran serie sobre el ascenso al poder ha terminado convertido en un thriller esperpéntico donde Claire, el personaje que sigue creciendo, instala a su amante-escritor en la Casa Blanca, mientras Fred tiene encuentros homosexuales en la escalerilla de servicio y la manipulación grosera de la opinión pública y el asesinato están a la orden del día.

Tanta exageración responde a la necesidad de mantener la intensidad de una trama que se agotó hace rato, pero también al hecho de que el estrambótico reality que Donald Trump ha instalado en Washington supera al más fantasioso y exagerado guionista, con el agravante de que Trump está consolidando una realidad alternativa donde la mentira es verdad y las cosas son como él las ve y punto.

Pero, a diferencia de los Underwood que intentan guardar las apariencias, este mentiroso compulsivo, racista, ególatra y autoritario no ocultó sus defectos en la campaña. Por el contrario, hizo gala de ellos violando todas las normas de la corrección política. El audio aquel donde decía que, a las mujeres, ‘you grab them by the pussy’, frase que habría hundido a cualquier otro candidato, le hizo ganar votos y la mitad del país lo eligió con peinado y todo.

Preguntas: ¿Eso los vuelve corresponsables de su política atrabiliaria del mismo modo en que el 80% del pueblo alemán fue cómplice, activo o silencioso, de las barbaridades del nazismo? ¿Es una sociedad que ha perdido ciertos valores la que elige a ese tipo de líderes, o son estos los que corrompen a la sociedad? ¿Qué viene primero, el huevo o la gallina?

Quizás podamos responder mejor si nos miramos en el espejo pues la pública consagración de la inmoralidad se expande por estas tierras. Así, una ladrona descarada como Cristina Kirchner, que hundió en el fango a la Argentina, lidera las encuestas para el Senado y acá fue condecorada por la Asamblea Nacional. Si antes se decía ‘roba pero hace obra’, hoy se añade ‘roba pero está de nuestro lado’. Quienes comparten el proyecto tienen patente de corso para todo lo demás. Como Maduro, déspota sangriento a quien Correa califica como hombre pacífico mientras la canciller cuestiona la violencia (!) de una oposición que es masacrada por los colectivos fascistas y la guardia bolivariana.

Así llegamos a Glas, cuya candidatura la impuso Correa a pesar de las gravísimas acusaciones enfiladas contra su vicepresidente (o quizás por eso mismo). Sin embargo, la mitad del país decidió que siguiera en su puesto y ahora son muchos más los que miran sin despeinarse cómo Glas monta shows para eludir su responsabilidad y llama histéricas a las mujeres que osan fiscalizarlo.

Existe una interacción permanente entre electorados cada vez más permisivos con la corrupción y políticos que actúan en consecuencia y pretenden la impunidad.

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