La historia de Charles Taylor es una vorágine de odio y destrucción que está llena de paradojas. Para empezar, no provenía de una familia pobre y desprovista. Todo lo contrario, su padre era liberiano-estadounidense y además de profesor y juez, era agricultor boyante. Tanto, que Charles se graduó de economista y con honores del Bentley College de Estados Unidos. Saltó a la fama por liderar un incidente en pleno Nueva York contra la delegación de Liberia que visitaba las Naciones Unidas en 1979, apenas dos años después de graduarse en la universidad.
Tras el incidente, el presidente William Tolbert fue depuesto y Taylor se convirtió en ministro del Gobierno que lo depuso. No pasaron ni tres años y huyó del país por malversación de fondos públicos. Por supuesto, no perdió el tiempo. Fue a pedir protección y entrenamiento a Muamar Gadafi, quien además le dio fondos suficientes para que forme su propia guerrilla: el Frente Nacional Patriótico de Liberia. Sí, Taylor es uno de los “daños colaterales” del dictador libio. Taylor regresó a Liberia a iniciar una de las más horrendas guerras civiles de que se tenga memoria en África. En apenas unos años pudo tomar control de la mayor parte del territorio a base de matanzas comunitarias, mutilaciones y violaciones a menores. Cuando el país estuvo en sus manos, lanzó su candidatura presidencial con el eslogan “maté a tu madre, maté a tu padre, debes votar por mí”. Pocos dudan que fue el terror quien ganó las elecciones. Sus años en la presidencia solo agudizaron el terror y lo diseminaron por los países vecinos de África Occidental. Al final de su mandato, Sierra Leona, Costa de Marfil y Guinea Ecuatorial habían caído en un espiral de violencia por su culpa. ¿Ha visto la película ‘Diamantes de Sangre’? Pues Taylor es el gran artífice del negocio de diamantes a cambio de armas y sangre en África.
Por suerte, Ellen Johnson Sirleaf, ahora presidenta de Liberia, está haciendo lo posible de voltear la página y recuperar la paz. Pero no ha ayudado un proceso tan largo y burocrático. Al final, la corte solo encontró evidencia para castigarlo como “cómplice y encubridor” mas no como autor intelectual de las atrocidades cometidas. Muchos en Liberia y Sierra Leona –sobre todo las víctimas- se mostraron desilusionadas por una condena tan leve para alguien tan sanguinario. Taylor dejó miles de muertos, mutilados, mujeres violadas y esclavitud a su paso.
Otros, en cambio, celebran el hecho de que por fin una corte internacional pueda haber terminado un proceso que costó tantas vidas. Es la primera condena.
Slobodan Milosevic murió en prisión antes de que la corte internacional pueda dictar sentencia. Después de más tantos años de juicio y más de 200 millones de dólares en costo, vemos que la justicia internacional avanza, pero aún demasiado lento para casos donde lo peor del género humano se ha puesto en evidencia.