A lo largo de la historia, cadenas de coincidencias han sido las causantes de descubrimientos, victorias, así como enormes catástrofes. Dos ejemplos de este tipo de coincidencias inundan la actualidad.
En abril el impronunciable volcán islandés Eyjafjallajökull paralizó el tráfico aéreo en toda Europa. El periodista Michael Hastings de la revista Rolling Stone se encontraba en París para una entrevista con Stanley McChrystal, el general estadounidense al mando de las operaciones en Afganistán. La nube de humo cambió los planes y Hastings pudo quedarse con el equipo mucho más tiempo del previsto, incluso viajó con ellos en bus hasta Berlín.
Extraña coincidencia que le permitió integrarse a las borracheras del grupo, escuchar sus cantos y las declaraciones indiscretas de amor-odio que se suelen desvelar en estas situaciones. Así, toda la información acerca de los logros y de la brillantez del general que se le había transmitido en los momentos previos de la investigación se opacó. El periodista pudo conocer de las anécdotas pasadas del general; a.e. cuando se había desmayado una vez en las duchas de su campamento después de haberse acabado las cervezas que escondía debajo del lavabo. Asimismo, pudo escuchar las burlas y el trato infantil que emplean estos altos mandos militares. Exempli gratia, cuando preguntan acerca del vicepresidente Biden, y sarcásticamente McChrystal responde “¿Quién es ese?”; a lo que un asistente responde “¿Biden? ¿Acaso dijo ‘Bite me’ (muérdeme)?” O, cuando el periodista pregunta con quién debe reunirse el general, y le responden: “Un ministro Francés. Es un puto gay”.
Estas son, nada menos, las personas que manejan los procesos de pacificación en Afganistán. Es horrendo conocer el tipo de funcionarios que manejan una operación de este calibre, y más horrendo aún es saber que solo una gran coincidencia nos permite percibir una realidad que normalmente se nos hubiese escapado.
A partir de este mes el conflicto en Afganistán se convierte en la guerra más larga de la historia de los EE.UU. Con la administración Bush se definió a EE.UU. como una nación en permanente guerra, cosa que el Pentágono ha traducido en la teoría de la Long War. El artículo de la Rolling Stone nos muestra las graves fallas que se cuelan cuando los conflictos bélicos dejan de ser protagonistas y pasan a ser una porción minúscula de la atención nacional.
La otra mala coincidencia es que esta noticia tenga que compartir portada con el mundial, ese evento baladí que transforma a los individuos en zombis. Así, la gente que en países como EE.UU. o RU deberían dirigirse con tomates hacia los edificios gubernamentales, salen de todas maneras a la calle, pero para festejar la clasificación de las dos selecciones a octavos de final.