Las respuestas del pueblo a la Consulta Popular tienen como primera interpretación que es su exclusivamente su voluntad en las urnas. Luego vienen los procedimientos funcionales para que el mandato se lo cumpla y no se lo distorsione.
Las preguntas que tuvieron el amparo de pertenecer al referéndum, como las cinco primeras, deben ser publicadas en el Registro Oficial sin ninguna dilación. Su promulgación acarreará la reforma de la constitución y leyes. Pero ese es el referéndum: supremo e imperativo.
Con este antecedente, en las primeras horas las mayores dificultades de aplicación estarán en la tercera pregunta, así como en sus anexos. Debe aceptarse que la aprobación implica la reforma del capítulo de la constitución relacionado con la conformación del Consejo de Participación Ciudadana y la modificación del artículo 117 la Constitución que prohibía hacer cambios durante el año anterior a las elecciones. En este caso, el referéndum incorpora un Consejo de Participación Transitorio y a la conformación definitiva por elección popular directa. Se elimina el camuflaje de la democracia participativa que estuvo a punto de liquidar el sistema republicano.
Como ironía histórica hay que comparar la labor de los constituyentes de Montecristi y la decisión popular del 4 febrero. Los que elaboraron la nueva Carta vulneraron la estructura democrática vigente por mucho tiempo respecto a la equilibrio o contrapesos de los poderes (funciones) del Estado. Con el pretexto de crear una función destinada a la promoción de la Participación Ciudadana gestaron una entidad retirando las históricas facultades del parlamento que siempre designó a los titulares de los organismos de control. Lo hicieron a cambio de una entidad, no electa por el pueblo, sino designada por procedimientos burocráticos indirectos que fueron fácilmente controlados por el Ejecutivo. Así la función contralora se concentró en el gobierno, generando una situación de juez y parte. Como dice el sarcasmo popular: el ratón cuidando al queso o el gato ejerciendo de despensero .
La tarea del país después de la Consulta es ardua con el presidente Lenin Moreno a la cabeza. Todo la reforma institucional y legal va a requerir de alta pericia; máxime, cuando paralelamente deberá aplicarse el modelo y la nueva estrategia económica. Añádase, que el primer mandatario políticamente participará con su movimiento en las elecciones regionales del 2019.
Los miembros que todavía quedaban en el Consejo Participación aceptaron el veredicto y dieron por terminada su función. Algo similar debiera pasar con los titulares de los organismos de control nombrados al tenor de la constituyente de Montecristi. Mucho ayudaría que llenen las cajas propias de un cambio de casa. La renuncia no los deja exentos de la evaluación de sus funciones, pero aportará a recomponer el escenario nacional después de la alta cirugía de la consulta.
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