Llegó el día, llegó su hora, fue un viernes, Jorge se despidió de su audiencia, de la que lo admiraba y de la que lo odiaba. Se fue como un valiente que no le teme al poder, sea de izquierda o de derecha, se fue el irreverente Jorge, el periodista, el amigo.
Sin escándalos ni estridencias dio un salto al vacío sin red, tal como dijo en su sobria intervención aquella mañana. De acuerdo con sus palabras, todo parece indicar que no se dedicará a la política, que bueno, porque la asquerosa política y el poder omnímodo no tienen escrúpulos, arremeten con todo.
Ahora que Jorge no está en la televisión, algunos cobardes y sumisos festejan e insultan. Yo celebro por la dignidad de Jorge y por su respetable familia que no merece seguir siendo insultada.
Nunca se quejó públicamente sobre los incidentes que le tocó vivir por su obstinación en la búsqueda de la verdad. Como por ejemplo, cuando fue agredido en la calle por un desadaptado y fanático militante político con el pesado mástil de una bandera.
El golpe le afectó a un sector cercano a la clavícula y Jorge necesitó casi cuatro meses de rehabilitación, pero nunca usó el micrófono para quejarse públicamente, el incidente solo lo compartió con su familia y con sus amigos. Tampoco usó el micrófono para denunciar a un burócrata internacional que lo agredió a mansalva cuando salía de su oficina en el norte de Quito.
No, Jorge nunca ha sido ostentoso, nunca se ha quejado, ha tomado todo lo que le ha ocurrido en su vida como cosas o gajes de este oficio que es tan vilipendiado en estas épocas, igual como fue en otras, especialmente cuando el poder lo ejercen políticos autoritarios y de derecha.
Me disgusta tratar temas políticos en esta columna, hago una excepción solo por el hecho de que considero a Jorge un amigo. La política y el autoritarismo, de derecha o de izquierda, siempre serán repugnantes, por mucho que intenten adornarlo con falsas y pomposas consignas.
Me alegro por la salida de Jorge, especialmente por el alivio que debe sentir su familia. La dignidad es mucho más importante que un sueldo que se puede obtener por trabajar en la televisión.
Por fin podré compartir temas culturales y musicales con un hombre preparado académicamente. Pero vehemente con la verdad y con la defensa de la libertad. No creo que lo vuelvan a agredir en la calle con un garrote solo por decir lo que piensa, ya no inquietará al poder ni a los políticos.
Esta frase tiene que ver con la libertad de pensamiento. En una biografía escrita por Simón Espinosa, atribuida a José Mejía Lequerica, se dice: “Diputados, si queréis libertad de imprenta abolid toda censura previa”. Lo contrario a la libertad es la subordinación, Jorge Ortiz hizo bien, prefirió dar un paso al costado’ la censura previa existe.