Las vicisitudes de la profesión de abogado, muchas veces tediosas y embrolladas, también en ocasiones marcadamente injustas y poco alentadoras, deparan en ciertos momentos hallazgos magníficos, historias increíbles, personajes insólitos y, casi siempre, le dejan a uno amistades de larga data o enemistades prolongadas.
La historia de “Hombre de cenizas”, me llegó un día con casi todos estos condimentos juntos.
El título le corresponde a una obra literaria escrita por Juan Manuel Rodríguez, novelista, filósofo y catedrático universitario español, nacionalizado y radicado en nuestro país desde hace 30 años.
En 1987, el señor Salomón Isacovici, judío rumano que sobrevivió a un campo de concentración nazi durante la Segunda Guerra Mundial, suscribió un contrato con Rodríguez para que este escribiera la impactante historia de su vida.
El resultado de aquel acuerdo fue el libro “Hombre de cenizas”, obra laureada y reconocida en el ámbito literario a escala internacional.
La novela recoge de forma testimonial, en primera persona, el relato de la vida de Isacovici como víctima del holocausto en varios campos de concentración en los que él y varios miembros de su familia fueron recluidos (sus hermanas y su madre murieron en los hornos crematorios de Birkenau). De este modo, a través de la pluma diáfana y precisa de Juan Manuel Rodríguez, Isacovici relata los desgarradores episodios de su confinamiento y la deshumanización a la que fueron sometidos los judíos en los terroríficos campos nazis.
El número A7393, que Isacovici llevaba marcado en el brazo, resulta quizá el último testimonio palpable de su vida en el infierno, pues todo lo demás eran sólo recuerdos atribulados a los que el autor, Juan Manuel Rodríguez, les dio una orden y una estructura literaria.
La conmovedora historia de la novela “Hombre de cenizas” tuvo, sin embargo, un desenlace inesperado para Juan Manuel Rodríguez, pues a pesar de que existía un contrato firmado con Isacovici para escribir el libro, y a pesar de que en el registro de derechos de autor del Ecuador consta inscrita la obra literaria a nombre de ambos como coautores; y aunque el contrato también fue registrado en la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos de Norteamérica, el señor Isacovici pretendió desconocer la autoría de Juan Manuel Rodríguez publicando la obra sólo con su nombre como el supuesto autor de la misma en México y, más tarde, en los Estados Unidos.
Por ventura, tras varios procesos judiciales y años de enfrentamientos, las editoriales respectivas reconocieron la autoría del libro a Juan Manuel Rodríguez, y aunque él no se ha beneficiado de la obra económicamente, salió a la luz la verdad y se descubrió la infamia que envolvió durante muchos años al “Hombre de cenizas”.