‘Que le parece Jorge Ortiz metido a historiador”, me preguntó una señora, refiriéndose a la reciente publicación del libro ‘50 historias’, esperando que condenara semejante acto de intromisión en mi oficio. Respondí entonces que primero leería la obra y le daría mi opinión.
Compré el libro en el aeropuerto antes de un viaje. Me lo leí‘de un tirón’ durante el cruce del océano. Esta constatación es ya un juicio, porque significa que la obra está escrita en forma amena y ágil, que ‘se deja leer’ como dicen los entendidos.
Pero, para responder a la interesada pregunta, me parece que se debe dar la palabra al propio Jorge Ortiz, que en el prólogo advierte que los textos fueron publicados en la Revista Mundo Diners, y que “No se trata, por tanto, de un libro de historia, sino de una recopilación de textos periodísticos que intentan (al menos intentan) ser amenos y fáciles, aunque rigurosos e ilustrativos.” Así me quedó claro que Jorge Ortiz no se ha ‘metido’ de historiador, sino que ha publicado trabajos realizados en el ejercicio de su profesión de periodista.
La cuestión sería ahora establecer si, efectivamente, el contenido es ilustrativo y riguroso. Al respecto, me parece que, aunque como siempre pasa, unos artículos son mejores y más fundamentados que otros, en general ofrecen una visión interesante sobre temas que en su mayoría son cuestiones históricas de fondo, expuestas para el conocimiento del gran público.
En mi opinión, los artículos iniciales, dedicados a la historia de las grandes religiones, son los de mayor fuste. Fruto de amplia lectura, ofrecen una visión amplia, informada y equilibrada sobre la cristiandad (católicos romanos, ortodoxos y protestantes), el islam, el budismo, el hinduismo, el judaismo y hasta de las posturas ateas o agnósticas. Igual se puede decir de los textos sobre los pueblos ‘sin patria’: gitanos, kurdos y palestinos.
Si allí cerraba la obra ya hubiera sido un buen libro, pero el autor incluyó también unas “historias de la historia” en las que hay de todo.
Por un lado, reportajes duros y reveladores sobre los crímenes de los nazis y el estalinismo, hasta opiniones del autor sobre temas variados de coyuntura, pasando por lo que sucedió en los tránsitos del año 1000 y 1900.
Aquí la obra es desigual, porque revela mucha lectura y búsqueda de la vigencia de los derechos humanos, pero también los prejuicios del autor contra el socialismo y sus diversas formas.
Pero, en un balance sereno, digamos que la publicación del libro es un buen aporte, porque cuenta historias interesantes y las cuenta bien, y porque levanta debates que valen la pena. La divulgación es importante.
Me alegra que Jorge Ortiz haya publicados sus 50 historias, fruto del oficio al que ‘se metió’ con pasión desde el inicio de su ya larga vida profesional.