Democracia, mayoría y presidencialismo son temas recurrentes en el debate político actual. La falta de pluralismo y la deriva autoritaria de regímenes como el de Ecuador, Venezuela o Bolivia son vistos cada vez más como una amenaza a la democracia. Regímenes que concentran el poder al punto de blindarse frente a toda posible impugnación o crítica debilitan a las legislaturas, controlan la administración de justicia, y quisieran también canalizar la circulación de ideas y de opiniones. Un conjunto de fenómenos que en la politología son reconocidos bajo el tecnicismo de hiperpresidencialismo
El hiperpresidencialismo refuerza ciertos rasgos ya presentes en el presidencialismo. Por un lado, la canalización de adhesiones hacia la persona del presidente que se genera luego de los eventos electorales, produce un plus de legitimidad que fácilmente puede derivar hacia el autoritarismo y la concentración de poder, si no existen instituciones que lo controlen y lo neutralicen. El líder elegido se ve revestido de un poder significativo, que incluso le pone en posición de impugnar la institucionalidad que le permitió, en su momento, acceder al poder a la cual luego la transforma a su favor.
El presidencialismo se asocia fácilmente con el electoralismo y con el plebiscitarismo, por su apelación al poder de las urnas y a la permanente consulta con su mandante; de esta lógica extrae una legitimidad que difícilmente la obtiene en los arreglos parlamentarios entre los partidos. En la actualidad, por efecto de la creciente influencia de las tecnologías de comunicación, los liderazgos personalistas tienden a fortalecerse, lo cual resta legitimidad a los actores institucionales del sistema político: los partidos y el parlamento. Esta debilidad reduce la capacidad de control sobre el líder. La lógica deliberativa y procesual, propia de los sistemas de partidos y dirigida a depurar mediante la discusión y el debate, la construcción decisional, es anulada, o en su defecto, afectada por la lógica decisionista del personalismo presidencial.
La pregunta que cabe es si la acumulación de poder en una persona conduce necesariamente hacia salidas autoritarias, o si es factible encontrar correctivos en los diseños institucionales que puedan neutralizar esa deriva. La débil institucionalidad de los partidos para construir políticas publicas dotadas de legitimidad fueron razones para el surgimiento del hiperpresidencialismo. Por eso, la recuperación de la democracia pasa por el fortalecimiento de partidos políticos, con democracia interna, transparentes y responsables, reformas institucionales y constitucionales que reinstauren el principio de la división y separación de poderes venido a menos justamente por el hiperpresidencialismo.