Los héroes también mueren

Parecía imposible, como si se hubiera desconectado un interruptor, abruptamente se silenciaron cañones, cesaron los tableteos de fusiles y ametralladoras, no despegaron más misiles, concluyeron los atroces y destructores bombardeos; no se escuchan los gemidos de padres que han perdido a sus hijos, ni el llanto desesperado de los pequeños huérfanos, ni el grito estentóreo de soldados y civiles que sufrieron amputaciones y sangrantes heridas. Se ha apaciguado Siria; hay paz en Yemen y en otros sitios como Chad, Camerún, Nigeria, República Centro-Africana, Sudán del Sur, Colombia, Israel y Palestina, el mundo en guerra se ha calmado, inclusive la disputa nuclear EE.UU.- Corea del Norte.

Las naciones se han unido, la ciencia ha roto fronteras, está integrada, la de países ricos y pobres, el enemigo común es un virus, de estructura elemental, que cruza océanos, por aire y por mar, viaja por tierra y contagia ilimitadamente a los individuos que tiene cerca, o a distancia por la ropa a la que se adhiere.
El Ecuador, al igual que en la guerra de 1995, está unido, con excepción del pequeño grupo que mal gobernó en la década pasada y subsiste beligerante, a pesar de haber desarmado el sistema nacional de salud, al reemplazar a profesionales sapientes y experimentados con noveles extranjeros mal preparados y al nombrar ministras de salud, incapaces y deshonestas, que hicieron vergonzosos negociados, con el exiguo presupuesto.

La unidad nacional exige la sincera y total colaboración de todos los ecuatorianos. Es loable la dedicación y entrega de la ministra de Gobierno, del Vicepresidente, a la que se ha sumado el nuevo Ministro de Salud, pero es una gestión incompleta si no se dota a los médicos y trabajadores de la salud, con toda la protección y seguridad para su trabajo con pacientes infectados, a fin de disminuir el contagio, del que ya fueron víctimas más de veinte profesionales y trabajadores que fallecieron, en cumplimiento del deber, al haber brindado sus conocimientos y destrezas a las personas que los necesitaron, sin diferenciar sexo, raza, posición política, religiosa o económica. Acciones heroicas, la patria debe agradecerles y destacar sus nombres, porque cayeron en una batalla desigual, un enemigo covid-19, invisible, que destruye los pulmones y otros órganos, frente a valientes batalladores con mandil, mascarilla y guantes, de uso quirúrgico común, sin el ropaje adecuado. Cedió a la parca otro mártir, su nombre representará a todos los héroes caídos, fue el primer médico radiólogo en morir, el Dr. Francisco Ramos, 63 años, profesional y persona excepcional, se contaminó mientras diagnosticaba, hasta el último momento, en el Hospital por él amado. Paz en su tumba y en todas las de los trabajadores de la salud y de los miembros de la fuerza pública o de servicios varios que han fallecido en cumplimiento pleno de sus heroicas funciones.

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