Una de las premisas de la ‘Guía políticamente incorrecta de América Latina’, además de la obsesión por los episodios tristes de la historia, es el cultivo permanente de héroes perversos que, mientras más boberías hayan expresado, más estatuas ecuestres levantan en su honor en plazas y avenidas de ciudades y pueblos; y también sus rostros aparecen estampados en camisetas.
Excluyendo las imágenes de Pelé y Maradona ¿no hemos notado acaso que en las barras de las hinchadas del fútbol el personaje más popular es el Che Guevara? Veamos la explicación que dan a este fenómeno los periodistas brasileños Leandro Narloch y Duda Teixeira en su libro que incluye a los personajes más adorados y odiados de esta América con apellido latino (porque nuestro idioma tiene ese origen, así como el francés y el portugués).
Además del Che, figuran Pancho Villa, Hugo Chávez, Juan Domingo Perón, Eva Perón, Salvador Allende y algunos más. El personaje que más llama la atención es el Che Guevara, de quien solo conocemos sus hazañas junto a Fidel Castro y un grupo de guerrilleros que lideraron desde la Sierra Maestra el derrocamiento del dictador Batista, para dar paso a una de las dictaduras más largas que registra la humanidad.
Llama la atención de los autores de la Guía que el nombre del guerrillero esté en un espacio de arte en Ceará, en una escuela de samba de Florianópolis, en una cooperativa de trabajadores de Córdoba o en un colegio de Quito.
¿Por qué llama la atención de los autores esa imagen tan reiterativa, incluso en las manifestaciones y desfiles de los grupos gay? Simplemente porque el Che era homofóbico, tal como lo demuestran decenas de documentos, discursos y libros; él consideraba que la homosexualidad era inmoral.
En la idea del “hombre nuevo” que tenía el personaje durante los inicios de la revolución no entraban los testigos de Jehová, los católicos, los alcohólicos y los homosexuales. El escritor cubano Emilio Bejel (‘Gay Cuban Nation’) describe a Guevara como “un insistente proponente de la idea del hombre nuevo y uno de los más convencidos líderes homofóbicos del período”. Pero sí se admite en el libro que en los años sesenta eran muy raros los países que respetaban los derechos de los homosexuales.
Luego de denuncias internacionales respaldadas por organizaciones de derechos humanos, en 1968 Cuba dejó de enviar gais a los campos de trabajo forzado. Hasta 1971 la Constitución prohibía que los homosexuales ocuparan cargos públicos y, por fin, en 1979 la sodomía fue retirada del código criminal cubano. Los autores del libro afirman que no importa tanto las tragedias causadas por los falsos héroes latinoamericanos, lo que cuenta es el carisma, el rostro fotogénico, sus discursos inflamados en contra de potencias extranjeras y, finalmente, su muerte trágica.
@flarenasec