Miguel Angel Cabodevilla
Columnista invitado
Disculpen este título con algo, sin duda, de deformación profesional. Pero hay una tradición cristiana en Ecuador que lo hará comprensible. Se trata de una frase hecha para mostrar el desinterés, si no la burla, con la que autoridades judías y romanas trataron el caso de aquél detenido: Jesús de Nazaret. Se lo pasaron de uno a otro, como se pasan la bolita los futbolistas, como se lavan las manos ante un problema desagradable innumerables Pilatos de aquél y de este mundo. ¿En qué podemos compararlo con el triste y actual asunto de los presos waorani?
Es el caso de la más terrible matanza humana que se ha dado en Ecuador en muchas decenas de años. Por cierto, ¿recuerdan ustedes, lectores, algún desinterés más sorprendente en toda la nación ecuatoriana pese a tratarse de la mayor tragedia humana en el país?
Recuerden que ya a primeros de este año, después de larguísimos meses (desde la masacre de marzo 2013), el sr. Fiscal General declaró que pasarían de inmediato el caso a la Corte Constitucional. Todos esos meses les llevó el darse cuenta de que no tenían jurisprudencia clara. En breve: no sabían qué hacer. Pues bien, aún se tomaron mucho tiempo desde el anuncio. Solo desde el 6 de mayo último (¡14 meses después del suceso!) la Sala de Admisión de la Corte admitió el caso a consulta. Pilatos o Herodes, como mejor gusten nombrarlos, lo manejaron de nuevo. El juez que abrió la causa en Orellana dictó una providencia donde afirma: Por cuanto han transcurrido más de 45 días desde que la Corte Constitucional avocó conocimiento del caso constitucional No. 0072-14-CN, que por consulta de norma se elevó por parte de este Juzgado a dicha Corte y hasta la presente fecha no se ha pronunciado (…), dispongo que la presente causa continúe sustanciándose en su trámite normal, tomando en cuenta el momento procesal en que fue suspendida a partir de fecha 14 de abril del 2014. Es decir, en un caso que se ha demorado sin causa ninguna, ¡tres meses después estamos en el mismo punto que antes! La papita caliente, va de mano en mano tan lindamente sin avanzar un paso.
Entre los supuestos culpables, unos siguen libres, otros huyeron de la cárcel, otros siguen allí desde hace largos meses. Supuestamente todos tendrían la misma responsabilidad pero no se les trata de parecida manera. Da exactamente igual. Una de las niñas raptadas fue adoptada legalmente por sus captores, otra se llevó por la Fiscalía a un grupo waorani no implicado en la matanza. Soluciones contrarias entre sí.
¿Alguno de ustedes es capaz de apreciar alguna lógica en todo esto? Dudo que con estas maneras, tan incoherentes, los waorani puedan comprender algo de lo que significa la ley ecuatoriana. En nuestro libro ‘Una tragedia ocultada’ defendí que, durante mucho tiempo, se trató de una ocultación. ¿Cómo calificarían ustedes el juego de no hacer nada?