Luego del paro, las marchas y las evaluaciones interesadas de las partes en conflicto, la agenda pública tendrá otros temas candentes.
Es obvio que no corresponde perder de vista aquello que es de fondo. La temperatura de la crisis económica, aunque el Gobierno no la considere así y hasta piense – o diga – que ‘lo peor ya ha pasado’, marcará el pulso del acontecer nacional hasta la fecha inexorable: el último día de mandato, el 2017.
Mientras actores políticos de buena fe -alguno tendrá el Régimen, alguno tendrá la oposición – sigan interpretando la dinámica del diálogo, la esperanza de finiquitar la temporalidad del retiro de los polémicos proyectos de herencias y plusvalías está agazapada. Cada vez está más presente -con los compromisos asumidos por el Presidente ante los grandes empresarios – la idea de fondo, que desde el punto de vista de Alianza País es conceptual y está en pie.
Una larga cadena de televisión, con un estilo claramente distinto y una calidad de producción que supera y que difiere de las acostumbradas, intentó, un día antes del paro, convencer a la opinión pública de los argumentos que justifican esa ley.
La equidad, presente como telón de fondo de todas las jornadas del diálogo convocado por el Gobierno, es el corazón de este discurso oficial.
Pero el Gobierno y sus asesores parecen perder de vista que el giro de la protesta a las calles y el protagonismo que ganaron diversos actores sociales anónimos, pertenecientes a las capas medias, marcaron las jornadas antes del viaje papal – bálsamo solo temporal a un descontento acumulado- que cambió el mapa y pasó una factura en las cifras de popularidad difíciles de recuperar solo con golpes de efecto.
Si vuelven a la agenda parlamentaria las leyes de herencias y plusvalía podría ocurrir que las protestas ganen de nuevo la calle. Esa es la confrontación que desgasta de verdad, aunque el Gobierno apuntale su tesis del conflicto como táctica.
Además, el calendario va marcando la cercanía de los debates definitivos sobre las enmiendas. Un tema solapado por los debates de la ley de herencias, las protestas ciudadanas, las marchas y contramarchas.
El tiempo político y los apetitos del bloque oficialista por bendecir la reelección presidencial, y de los opositores por esclarecer el escenario con miras a las elecciones de 2017, pondrán el debate muy agitado.
No parece razonable que el Gobierno, que resaltó el mecanismo de las consultas populares para muchas cosas desde el año 2007, haya sellado la puerta con candado bajo la custodia de los cancerberos fieles del Consejo Electoral a la propuesta de los Yasunidos, que tenían el perfecto derecho a hacerlo para buscar que se preserve el petróleo bajo tierra en el Parque Yasuní.
También se bloquea la idea legítima del colectivo Compromiso Ecuador, liderado por el ex candidato de Creo, Guillermo Lasso, de querer una consulta sobre la reelección. ¿Será cuestión de honor, de convicción o temor de perder? No se sabe.