En las elecciones de noviembre pasado los astros se alinearon a favor de Noboa y sorpresivamente fue elegido presidente de la República. Ahora parece que los astros no le acompañan, pues sus posibilidades de reelección disminuyen con el mismo ritmo con que se extienden los apagones. En pocos días se cumplirán 2 meses de los cortes de energía -ahora nuevamente de 12 horas diarias- que destrozan a los ciudadanos y ponen en riesgo a todas las actividades económicas. Desde el tendero del barrio, el sastre, el zapatero, el peluquero, el panadero hasta las grandes empresas, pese a contar con generadores de emergencia, sufren la catástrofe en sus actividades. Y no se diga del ama de casa, del ciudadano común que ve su vida trastrocada porque se dañan sus alimentos, los niños y adolescentes afrontan el caos en sus actividades estudiantiles.
Según Plan V, en los últimos 20 meses los gobiernos de Lasso y Noboa no han hecho nada para afrontar la crisis que se anticipó a principios de 2023. CNEL está inmerso en la corrupción y el burocratismo, según la misma publicación. Tenía 4.200 trabajadores en 2021 y hoy son 6.322 protegidos por jugosos contratos colectivos, mientras los planes de modernización de plantas y equipos quedaron en el olvido.
A estas alturas al gobierno no le queda más que buscar desesperadamente el auxilio de Colombia o los contratos de última hora para adquirir o arrendar equipos de generación. Pero nada le funciona. Petro le negó a Noboa la venta de energía. La segunda barcaza está operando en otro país y los generadores comprados o alquilados no aparecen por ninguna parte. Las declaraciones del presidente son contradictorias, su ministra de Energía encargada -en el área de vida o muerte del gobierno-trata de explicar el fracaso y pide paciencia a los ciudadanos. Pero no se confía en sus justificaciones y ofertas. En los últimos días, se ha pretendido justificar los apagones de 12 horas en la sequía y “mantenimiento programado”. ¿Creen que los ciudadanos son minusválidos mentales?
A lo anterior agréguese la pobreza en la comunicación, que parece de principiantes o aficionados. El desconcierto en Carondelet se refleja no solamente en la tragedia eléctrica. Los proyectos urgentes para crear nuevos impuestos se envían a la Asamblea, se retiran a las pocas horas y se envían nuevamente modificados, lo cual no tiene otra explicación que no sea el atolondramiento y unos servicios jurídicos deficientes.
Así va el país de tumbo en tumbo con una economía paupérrima que tiende a miserable mientras se acercan las elecciones de febrero, en las que cualquier persona sin preparación, sin estructura política y sin planes concretos, se podrá hacer con el poder.