Alfredo Astorga
Haciendo buena letra
La Educación saltó a la cancha. Se adelantó en los medios y en las redes -aun antes del 24 de mayo- para posicionar la imagen de la Ministra y su propuesta. La nueva autoridad no espera y hace buena letra de cara al público. El discurso se mueve entre lo programático y tecnocrático sin enamorar demasiado. Por lo visto, se viene una política de comunicación permanente, abarcadora, proactiva, junto a los actores, con un lenguaje técnico que no arriesga mucho.
La aparición del Ministerio no fue ni fugaz ni vacía. Llegó con 5 propuestas y 20 acciones estratégicas. Figuran entre ellas: reactivación de las instituciones, enfoque inclusivo y pertinencia cultural, autonomía responsable, dotación de herramientas digitales, orientación vocacional, dignificación de la carrera docente. La propuesta se entrelaza con el plan concreto de Guillermo Lasso. Luce ambiciosa para 100 días y le faltan metas concretas, verificables. La excepción: el censo educativo.
Cada tema abre un mundo de posibilidades. Por ahora recuperamos 3 líneas emblemáticas. La primera, la activación y autonomía de las instituciones educativas y sus docentes. Una exigencia pregonada hace tiempos. Un desafío contra la centralización y el verticalismo. Precisa sin duda, acompañamiento creativo.
La segunda alude a la dotación de internet y herramientas digitales para todos los actores. Confirma la incorporación estructural de las tecnologías a los procesos educativos. La iniciativa demanda una seria discusión del rol de la tecnología, papel del docente, efectos en estudiantes y familias. Demanda cuidado extremo y eliminación de anhelos privatizadores.
La tercera línea refiere a la revalorización de la profesión docente. La necesidad viene de lejos. Se añaden dos características relevantes: articulación con la academia y nuevo escalafón… El tema está atravesado por la nueva Ley de Educación que el estado congela por falta de financiamiento y el magisterio levanta como bandera de lucha… un clavo ardiente, un termómentro para medir muñequeos y consensos.
Destacan dos ausencias. La primera, los contenidos prioritarios para el retorno a la presencialidad. Se ha hablado mucho de gestión pero poco de pedagogía y currículo, clima escolar, evaluación. Y la segunda, el siempre espinoso tema del financiamiento. Vale recordar que por la pandemia Educación fue despojada sin patealeo de recursos indispensables. Y tampoco se cubrieron necesidades de personal. Las nuevas 5 propuestas y 20 acciones precisan aceitarse más con fondos frescos que con ilusiones.
El camino se vislumbra escabroso pero no imposible. Si se asienta un buen liderazgo colectivo y se construye sólidos acuerdos (acordes con la “escuela del encuentro”) podríamos asistir a cambios interesantes del modelo tecnocrático, vertical, estandarizante y triunfalista que soportamos los últimos 15 años. La mejor de las suertes.