Estamos casi al final de la Copa Mundial de Fútbol. En el fondo, más allá de la computadora, se disputa el partido más difícil, por la posición de Brasil, que comienza con gol tras gol de Alemania.
Veo, por primera vez, un equipo que, aunque ya había olvidado su juego bonito, había demostrado su decisión, sus ganas de triunfar, su afán de llevarse la copa en su propia casa.
Hoy los veo desmoronados, más que desmoralizados y demuestran que no tienen equipo, sino individualidades y eso me trae a mi territorio, a mi equipo, por el cual siempre gritaré y me emocionaré. Pero, no por esta emoción patriótica, puedo dejar de decir lo que he percibido.
Ecuador clasificó al Mundial pero, nuestros jugadores no sintieron las ganas, el empuje para seguir adelante y ganar, enseñar un equipo de juego y no las estrellas sueltas en sus esfuerzos, sin guía…Es verdad que no soy experta, pero sí una aficionada y, ante todo, una ecuatoriana orgullosa de jugadores que se lucen en el extranjero y en sus respectivos equipos.
Una nacional más que se queja, no de la valía de los hombres que componen la Tri, sino de quienes se han perpetuado en la dirigencia. Me felicito por ser compatriota de todos y cada uno de los valientes atletas que llegaron a estar entre los mejores equipos del mundo. Y, aunque muchos compatriotas que dirigen el juego desde fuera se han quejado de estos héroes nacionales, todos, una gran mayoría, están hartos de los reelectos y que la buscan una vez más.
La FIFA está en la mirada del mundo por la corrupción, por esa constante que se trata de tapar, pero que no se ha logrado. Escoge países, les impone gastar millonadas, se ciega ante las injusticias en contra de los pueblos dueños de casa. Brasil no ha sido una excepción. Los millones gastados han sido excesivos y su pueblo se ha quejado y ha demostrado su descontento. Pero la FIFA no tiene ojos para eso sino para las multiplicaciones de sus ingresos. Y también, han sido reelectos y volverán a buscarla. Tengamos como referencia las orgullosas selecciones de Colombia y Costa Rica con sus DT que demostraron pasión y llegaron más allá de los jamás pensado.
Ese es el problema, hablando de reelecciones, se acomodan en sus sillones, en la multiplicación de sus dólares que, generalmente, no van a favor de sus federados y, muchas veces faltan a los jugadores de cada país, en este caso, los ecuatorianos.
¿No es esto suficiente como para comparar el deporte con la política? Basta de reelecciones y de permitir, nosotros, los ecuatorianos, que se perpetúen en sus puestos quienes realmente no se merecen, aquellos que no aprecian la democracia, el rejuvenecimiento de las ideas, las diferencias y diversidad de pensamientos, la libertad y, no, que nos alimenten con pequeños bocadillos, en el caso del fútbol, viajes al mundial, en idas y vueltas de un avión que cuesta, en vez de preparar a los jugadores, física, mental y emocionalmente para enfrentarse contra todo. Igual pasa en la política, alimentan a un porcentaje de la población con bonos, con propaganda política que no necesariamente es cierta y con horas de charlas que cuestan al mismo pueblo y hablando de reelección.