En una popular emisora de radio se difundía un programa en el que competían por el premio al mejor chiste o al mejor contador de chistes. El concurso tenía unas pocas reglas. Una era identificarse con el seudónimo que tenía cada participante, otra regla era no mencionar nombres de autoridades o nombres personales. En uno de los programas, el conductor, que era el mismo director de la radio, presentó a un concursante, como de costumbre, con la pregunta: ¿Quién habla? Habla bizcocho, contestó el participante y empezó la narración: dizque bajaban de San Juan el director de la radio y su ayudante… No, no, no, le interrumpió el conductor, nada de menciones personales. Bueno, bueno, dijo bizcocho y empezó de nuevo: dizque bajaban dos mudos de San Juan… El conductor fue el primero en soltar una risa estrepitosa y contagiosa. Así le daba ambiente al programa y daba prueba de su sentido del humor, era capaz de reírse de sí mismo.
Este humor, característico de los quiteños, se echa de menos en la campaña electoral. La campaña no parece a favor de algo sino en contra de alguien. Solo Carlos Michelena ha puesto en las redes sociales unas viñetas con humor. Si le preguntaran: ¿Quién habla? Seguramente respondería: el ciudadano. En nombre del ciudadano reclama por los impuestos, por las obras incompletas, por el trato al peatón, por los problemas urbanos y la publicidad engañosa. La crítica es válida para cualquiera de los candidatos y las observaciones serán útiles para cualquiera que resulte elegido.
Al Director del Servicio de Rentas Internas también le preguntaron en un programa de radio: ¿Quién habla? El entrevistador quería saber si era el funcionario o el dirigente del partido el que pedía, a uno de los candidatos, esclarecer el origen de sus ingresos y los impuestos pagados. Como ciudadano, contestó el entrevistado, tengo derecho a pedir transparencia a los candidatos.
¿Quién habla? Se le preguntó, con palabras más comedidas, al Presidente de la República que es también líder del movimiento político, y participa, con licencia, en la campaña electoral. No todos están de acuerdo con su intervención porque como Presidente debe gobernar para todos y buscar la unidad, pero como militante partidista divide, acusa y denuncia.
El Consejo Nacional Electoral ha tenido dificultades en el manejo de la publicidad electoral. Las misiones de los países amigos que llegaron como veedores de la campaña anterior hicieron algunas recomendaciones que no se han cumplido y una de ellas era relativa al control de la publicidad electoral. Los candidatos que buscan la reelección difícilmente pueden evitar que su equipo de colaboradores haga uso de recursos públicos en la campaña. La última tarea del Consejo Nacional Electoral será la entrega de resultados con transparencia y agilidad, en ello se juega su prestigio y su futuro.