Las ideas de este artículo no forman parte de política partidista, pero se basan en acciones políticas que provienen del interés legislativo del Ecuador, por anular los emblemas históricos de la nación ecuatoriana representada por Quito, ciudad insigne de una civilización aborigen inca-quiteña, que amalgamó su mestizaje como resultado cultural de dos conquistas, inca e hispana. Los héroes culturales son vanagloriados en las efemérides, cuando irrumpe el himno al son de gallardas bandas, como ocurre en el Estado nacional moderno.
El 16 de enero, 2014, el Concejo Metropolitano de Quito aprobó suprimir la segunda estrofa del Himno de la ciudad, sacando a relucir prejuicios ocultos de ciertos legisladores como de la autora -que reniega su sangre- lo que vino a causar estupor en mitad de la ciudadanía, dado que la otra apenas lee o era invisible para los miembros del fenecido Cabildo 2014. Estrofa suprimida: “Oh ciudad española en el Ande,/Oh, ciudad que el Incario soñó,/Porque te hizo Atahualpa eres grande,/y también porque España te amó”. Para sorpresa, este Cabildo acabó declarando que Quito fue fundado en una extraña fecha: año 1824, que permite celebrar el Bicentenario! Ocioso es aclarar verdades aceptadas de que los pueblos andinos, sujetos al coloniaje ibérico, comparten su carga genética con aquella de sus colonizadores (y también africanos) creando un mestizaje indo-español desde el primer día de la conquista. Estudios etnohistóricos nuevos han demostrado que Atahualpa, si bien no fue nativo de Quito, perteneció a uno de los dos ayllus reales del Cuzco, Cápac Ayllu, lo que le daba su estirpe real inca, esto es por vía de sangre y no por su lugar de nacimiento. Atahualpa heredó tarea: la de continuar construyendo “otro Cuzco” en la ciudad provincial de Quito, luchando contra el Ayllu rival, Hatun Ayllu (Huáscar), convirtiéndose en el más acendrado defensor de la identidad quiteña frente a la otra “mitad”, el Cuzco. Atahualpa debe ser hoy el símbolo de la nacionalidad e identidad de Quito, y no la entelequia de los señores Schirys. Habrían pasado casi 300 años de mezcla cultural y racial directa con los hispanos, africano-descendiente y otros europeos, de modo que poco favor se hace a la juventud contagiando desde el Cabildo prejuicios innecesarios contra España, que es parte misma de la genética quiteña, también de su fenotipo y cultura, entreveradas en un provechoso mestizaje que produjo la historia. La nueva administración municipal tiene la obligación de restituir a la despotricada identidad quiteña, su verdadero valor, reintegrar la antigua II estrofa de su Himno, devolviendo así los símbolos conculcados a la Nación Étnica por parte de la Nación Cívica del Estado ecuatoriano.