Encontré un disco con las mejores oberturas de Franz von Suppe, entre ellas la ‘Cabalgata ligera’ y ‘Poeta y aldeano’. Vino a mi mente esa locura de producir en televisión un programa de música clásica a comienzos de los años noventa. Las dos obras estaban en el repertorio de Álvaro Manzano que, en ese entonces, dirigía a la Orquesta Sinfónica Nacional.
Recuerdo cómo el Director insistía una y otra vez hasta que los músicos (muchos de ellos ya no están) se ciñan con prolijidad a la partitura. A ratos me desesperaba porque el tiempo que teníamos para la grabación en Ecuavisa era limitado y se aproximaba la hora del noticiero del mediodía.
Sonaban las oberturas y trataba de acordarme de todas las satisfacciones que he tenido en la vida al escuchar a la Sinfónica. Por fin la Orquesta tiene una nueva directora después de mucho tiempo de desencuentros.
El pensamiento me llevó a mi época de estudiante de la Universidad Central, en la década de los setenta. Los viernes, en el Teatro Nacional Sucre tocaba la Orquesta y la entrada era gratuita, sin embargo, a la parte baja o a los palcos solamente se ingresaba con invitación.
Era obvio que como estudiantes jamás nos invitarían, así que con otros compañeros que compartíamos los mismos gustos por la música entrábamos a la parte más alta, algo así como la general en un estadio, con asientos de madera que resultaban bastante incómodos, pero no importaba, en la parte más alta del teatro se escuchaba mejor, decíamos resignados.
La orquesta entonces era dirigida por un apasionado de la música, el maestro Gerardo Guevara, que hace pocos días recibió un merecido homenaje en el escenario de la Casa de la Música por todo su aporte al arte y a la cultura de Quito y del Ecuador.
Compositor y director, Gerardo Guevara, que cumplió 81 años, nació con la música y vivió para la música. Entregó todo su talento a varias generaciones, fue un ejemplo de esfuerzo, de perseverancia. No pude asistir a su homenaje, pero lo he visto varias veces llegar a la Casa de la Música con la dificultad de acudir en silla de ruedas y con la alegría de encontrarse con la música.
Ahora la Orquesta tiene una directora, es francesa, se llama Nathalie Marin y promete dedicar lo mejor de su tiempo a dirigir a la institución, que es lo más representativo en el país en cuanto a música académica. La francesa ganó el concurso, con lo cual el proceso, tras la peor crisis institucional de la Sinfónica Nacional, quedó superado.
Marin sabe que es la segunda mujer que dirige a la Orquesta después de Andrea Vela. Tiene un gran conocimiento y dominio de las partituras, durante la selección dirigió obras de Dvorak, Weber y Debussy; promete incursionar en la música de los compositores ecuatorianos y latinoamericanos. Hay enormes expectativas por el futuro de la Sinfónica.