Los ratones viejos se convierten en murciélagos, creencia mantenida por siglos y siglos. ¡Amén, Aleluya! El inmortal padre jesuita Juan de Velasco en su Historia Natural del Reino de Quito escribió que la bella flor de cierto árbol –de cuyo nombre no me acuerdo-se convertía en pájaro. ¡Maravilla de un reino amado con pasión! Algunos militares y policías jubilados se convierten en empresarios de guardianes de seguridad. Oficio oscuro el de guardián, y triste en las cuevas de la negra noche.
Oficio, a veces, tierno el del guardián, y hermoso cuando los moradores de un edificio tratan con afecto y gratitud al fiel robot que les da seguridad. “Cómitre” es la persona que en las galeras dirigía la boga o grupo de remeros y a cuyo cargo estaba el castigo de los condenados a la pena de galeras y se dice, además, de la persona que ejerce su autoridad con excesivo rigor o fuerza.
(Diccionario DLE). A veces, los dueños de guardianías de seguridad obran como el cómitre con sus jornaleros. ¡Crueldad!, tu nombre suena a golpes y a sadismo. Un cholo costeño hacía de guardián en uno de nuestros valles quiteños. Hoy, valles de lágrimas por la falta de empleo.
El referido guardián se hallaba, precisamente, sin ni un centavo para la Navidad de su mujer y de su niña. Se acercó a su patrono a pedirle si era posible, por el amor de Dios, que le adelantara una parte del salario de diciembre. –“Quedas despedido, malcriado, irrespetuoso, mal agradecido, en vez de decir gracias, maldita raza, deja de joder, renuncia y lárgate y te vas multado” ¡Qué metralla de un ex capitán de las Fuerza Armadas del Ecuador!
Capitán de las nubes, “Vuele bajo, porque abajo está la verdad”, cantaba Facundo Cabral, el mítico y místico cantor de “No soy de aquí ni soy de allá, / no tengo edad ni porvenir, / y ser feliz / es mi color de identidad. / Me gusta estar tirado siempre en la arena / y en bicicleta perseguir a Manuela / y todo el tiempo para ver las estrellas / con la María en el trigal”.
El cholo costeño humillado y ofendido canta: Sí soy de aquí, mi capitán. / No tengo vida ni porvenir. / Y ser maldito / es mi color de identidad. No quiero estar de pie toda la noche. / Rabia me da que me maldiga /un pobre diablo a quien noquear./ No tengo tiempo para ver las estrellas / con la María en el Camal./ Pero le juro, mi ex capitán, / que le planteo juicio penal. Y tarará rara, rará.
Siguiendo el ejemplo de los padres Antonio Polo: quesos de Salinas; Carollo: Hospital del Sur y Juan Bottasso: maestro práctico de interculturidad Shuar/ Ashuar/ Mestizos, ojalá alguna congregación religiosa se ocupara de los guardias de seguridad que andan olvidados en la niebla. “¡Cómo temblaba el farol! / Madre. / ¡Cómo temblaba el farolito/ de la calle!”. (Federico García Lorca)
Luego de los palos del capitán, lo de que los ratones viejos se convierten en murciélagos ha sido verdad en nuestro infierno ecuatoriano.