Problema muy grave es el crecimiento del expendio de sustancias estupefacientes en numerosas zonas de esta capital, igual que ocurre en otras ciudades del país.
En un informe elaborado por la Policía Antinarcóticos de Pichincha, al que ha tenido acceso este Diario, se anota que por lo menos en 78 barrios de Quito se venden al detal cocaína, marihuana y otras drogas, en mayor volumen en 16 de ellos, que, concomitantemente, se han convertido en los más peligrosos.
Se enfatiza que las mafias han sentado sus reales en el barrio San Roque, ubicado a pocas cuadras de la Plaza de la Independencia, donde están situados el Penal García Moreno, la zona roja, locales de expendio de licores, etc. y, por tanto, campo propicio para la venta y consumo de sustancias psicotrópicas, y que operan 37 vendedores. Advierte que es tal el peligro que impera en ese sector que se considera suicida caminar después de las siete de la noche.
Otra zona muy peligrosa y con alto índice de suministro y consumo de drogas es La Mariscal, antaño barrio residencial y elegante, donde actualmente funciona una extensa zona rosa, que concentra bares, discotecas, hoteles, restaurantes, etc. Y agrega la información de EL COMERCIO que allí existe un comité de seguridad, que conoce de cerca el problema, pues convive entre expendedores y que los residentes del barrio son víctimas del temor permanente, ya que son frecuentes los enfrentamientos a muerte entre microtraficantes.
La situación es más alarmante si se considera que existen mafias, de las que forman parte o lideran avezados delincuentes extranjeros, probablemente dependientes de carteles internacionales, que han sembrado terror. La Unidad de Lucha Contra el Crimen Organizado presume que podrían tener vínculos con sicarios y lavadores de activos y que proyectan expandir su dominio a otros barrios, como Carcelén, Cotocollao, La Michelena, etc., a lo que se agrega que, asimismo, tienen su mirada puesta en planteles educativos para meter sus tentáculos.
Las diversas unidades de la Policía Nacional cumplen, sin duda, una abnegada y difícil lucha contra el tráfico de drogas y han logrado resultados más que satisfactorios, pese a lo cual se extiende la venta al detal, trabajo que es más complejo por la cuestionada legalización del expendio y del consumo en pequeñas dosis.
Una vez que la Policía Nacional ha elaborado un diagnóstico de tan grave problema es indispensable y urgente que se intensifique la difícil batalla contra la venta de productos alucinógenos en los diversos barrios de la capital, antes de que se escape de su control, como lamentablemente ha ocurrido en otros países, con funestas consecuencias. ¿Podría destinarse para ello parte del personal que laboraba en el control del tránsito, que se está traspasando a los municipios?