La firma de los acuerdos de paz entre Ecuador y Perú alcanzó dos décadas. Dos décadas de sentimientos cruzados, emociones contenidas, viejos dolores y alivios reconfortantes.
En estos días un gabinete binacional presidido por Martín Vizcarra, mandatario peruano y Lenín Moreno, el anfitrión ecuatoriano, revivieron viejos y cercanos compromisos. Palabras de buena voluntad.
La academia con actos solemnes y conferencias de alto nivel llevaron con los auspicios de la Universidad Andina Simón Bolívar, la Universidad Internacional del Ecuador y el Ministerio de Relaciones Exteriores el tema al alto foro de reflexión.
La relación con el Perú fue, históricamente un trauma nacional en el país. Una crónica de los desprendimientos que se pueden ver en los mapas de época de aquel territorio de más de un millón de kilómetros cuadrados, reducido a su superficie actual. Dolor y rabia.
Lo que desde nuestro punto de vista los derechos de nuestra porción de la Amazonia y la margen norte del gran río siempre fueron desconocidos por distintos países. Una serie de desmembraciones territoriales llevaron al país a sufrir una invasión militar en 1941, un protocolo de ‘Paz, Amistad y Límites’ impuesto en 1942, y dos guerras de tensiones singulares como las de 1981 y de 1995.
La Guerra de Paquisha supuso un punto de quiebre en una economía que salía de la bonanza del primer ‘festín del petróleo’. Un Presidente juvenil y una situación política delicada devinieron en medidas duras para pagar los altos costos de afrontar una preparación de un conflicto que se logró pasmar sin que escale. El Canciller del presidente Jaime Roldós, el recordado Alfonso Barrera Valverde, su gestión en la Organización de Estados Americanos y los esfuerzos del cuerpo diplomático acreditado en Washington ante la gran potencia fueron episodios esenciales de esa etapa de la que nos quedaron las imágenes dispersa de Paquisha, Mayaycu y Machinaza y una canción épica de evocadora memoria en las voces de Pueblo Nuevo. Y los discursos patrióticos de Roldós Aguilera.
Para 1995 las Fuerzas Armadas, alejadas del debate político interno se habían especializado, su labor en la Guerra del Cenepa supuso una victoria militar que allanó el camino para la paz de 1998. Quedó la gloria pero también los muertos, heridos y mutilados y la paupérrima pensión de muchos de los héroes hoy olvidados.
La firma dejó un terreno en Tiwintza, que no soberanía, y el recuerdo de una jornada heroica.
La historia da vueltas y los firmantes del acuerdo de paz, Alberto Fujimori y Jamil Mahuad, hoy viven historias particulares de cárcel y exilio respectivamente, pero recordar su papel es indispensable.
Los recursos para desarrollar la frontera no fueron lo abundantes que se prometió y hoy, 20 años después Ecuador todavía no navega por el Amazonas como fue su viejo anhelo. 20 años no es nada.