Sismos:prohibido olvidar

Las réplicas de los sismos parece que se van aplacando paulatinamente. El miedo todavía no termina de desvanecerse y la idea de la amenaza constante debe hacer conciencia ciudadana.
Pero, como ha sucedido en ocasiones anteriores, el país no debe perder la oportunidad de generar procesos para hacer de la preparación una tarea permanente.

Es sin duda una buena noticia que, al fin, los espacios que utiliza el Gobierno se empleen para campañas cívicas que recuerdan cómo proceder en caso de terremotos y llaman a la precaución colectiva.

Esta coyuntura sobrevino justamente cuando se había instalado una polémica por el uso abusivo de la propaganda para denostar a varios periodistas.

Este es el ejemplo más vivo de la utilidad cívica de las campañas. Que haya servido para desterrar la propaganda agresiva.

Hace pocos años, los sismos de Chile y Haití mostraron terribles imágenes de muerte y dolor. La destrucción de edificios y carreteras ponía en perspectiva dos realidades distintas. En Chile, con un enjambre de terremotos de mayor intensidad, los destrozos fueron menores que en Haití.

En los medios pusimos en debate el tema de la preparación. Una considerable cantidad de paneles con técnicos en sismología, constructores y autoridades de seguridad acordaba la idea de modificar y poner más rigor en el Código de la Construcción. Estos días otros profesionales dijeron que pese a los acuerdos de entonces, todavía no está en pleno vigor ese Código. Se trata de mejorar las normas técnicas para hacer sismorresistentes a las nuevas construcciones.

Hay que recalcar, a despecho de cierto grado de machaconería, que se debe reforzar las estructuras clave. Hablamos de los cuarteles de Bomberos, Policía y Fuerzas Armadas, en primer lugar. Ellos son los que en caso de una emergencia mayor deben socorrer a las víctimas y ellos deben estar, primero, plenamente seguros.

Luego, debe reforzarse la infraestructura hospitalaria para que se mantenga en pie y de cobijo a un número insospechado de pacientes de emergencia.

Además, se debe cuidar las estructuras de las instituciones escolares, colegiales y de las universidades, no solo para preservar la vía de los alumnos sino para convertirlos en albergues seguros para poblaciones eventualmente masivas que se queden sin vivienda por un tiempo indeterminado.

Ante los sismos de estos días, cabe resaltar la rápida repuesta del personal que tiene altas responsabilidades de rescate. Los bomberos, por ejemplo, pasaron de socorrer a los pobladores de las zonas en riesgo a apagar nuevos incendios.

Varias autoridades nacionales se tomaron en serio la situación y se agradece, en especial, al alcalde Mauricio Rodas.

Los terremotos de Ambato, Pastocalle, Reventador y Pomasqui, de años pasados, las erupciones del propio volcán Reventador, Pichincha y Tungurahua son una alerta. Nadie debe olvidar. Solo si estamos preparados podremos superar los riesgos.

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