La climatología política muestra turbulencias. Ni el país, ni América ni otros lares dan nota alta para afrontar la cascada de retos y problemas que resolver. Miremos algo.
En casa empezarán los nuevos prefectos y alcaldes en medio de desafíos diversos. Con bajos presupuestos, ansias atrasadas y demandas ciudadanas perentorias, la política debiera ser superada por la ejecución pragmática. Y la demagogia para ganar las elecciones, por la validación de los méritos en el ejercicio del día a día.
La escena nacional está ocupada por varios planteamientos inconexos. El Gobierno ensaya un Acuerdo Nacional. Una carta de buena intención con objetivos dispersos que se habrá de dibujar conforme pasen los meses. Un segundo capítulo del Diálogo Nacional cuyos resultados son difíciles de advertir. Mientras, llegará 2019, año difícil en la economía y preludio de la elección presidencial.
La configuración de las nuevas autoridades de la Asamblea estará signada por un remate de período ensombrecido, lleno de dudas y donde la dispersión de los bloques y la desconfianza entre los actores políticos dominan la escena.
En el ámbito de la justicia suena la diana al nuevo despertar. Luego de varios tropiezos en la dilatada andadura de varios fiscales esa justicia debiera llegar, serena, oportuna, despojada de mácula política. Por cierto hay muchos altos cargos presos – ¿menos de los que debieran?, y más de lo que muchos pensaron – pero es un camino largo y pedregoso.
En otras tierras Odebrecht trajo procesos de más envergadura. En Perú labró el suicidio de uno de los grandes líderes políticos. Humala es llamado a juicio y podría purgar 20 años. PPK está mal del corazón y la salud cívica le aqueja y Toledo sigue en Estados Unidos, lejos todavía de la mano de la justicia.
Lula, el gran líder de Brasil, guarda prisión y se reserva su lugar en la historia, queriendo trascender conforme señaló en una entrevista reciente.
En Argentina un Macri impotente no estabilizó la economía, muy a su pesar, sucumbe ante el poder chantajista de los sindicatos, siempre marcados con la impronta del historial peronista, y ve como contendiente de nuevo a la imputada Cristina. Es increíble, la mandataria con más juicios de la historia todavía se pasea impune. Macri le propone un diálogo y ella desafía. La peor noticia podría ser que hasta gane las elecciones. Todo puede pasar en un país que en el centenario de nacimiento de Eva Duarte hablan de elevarla a los altares (Ironía: Santa Evita, novela de Tomás Eloy Martínez, una fatal premonición).
Maduro es cada vez más dictador y la impotencia de los opositores por derrocarlo, cada vez más esperpéntica. Las grandes potencias se barajan en la mesa los despojos de la otrora potencia petrolera. Imperialismo puro y duro. Putin y Trump se disputan el pastel y los venezolanos ansían las migajas con el jugo amargo del dolor.