A riesgo de abundar en aspectos de la vida de un político honrado como pocos, quizá sea esta la última referencia personal sobre Julio César Trujillo, su vida y su gran obra.
Recuerdo a Julio César Trujillo en la tarima. Era en la parte final de la campaña presidencial de la primera vuelta de 1978.
El acto político se celebraba al pie del monumento a Simón Bolívar, en una pequeña plaza, delante del Banco Central en Quito.
Jaime Roldós y Osvaldo Hurtado formaban el binomio de Concentración de Fuerzas Populares, CFP. El establecimiento todavía no veía venir la avalancha de votos que obtuvieron. Ganaron ambas vueltas.
Los demócrata populares sintieron arrebatado su participación cuando el partido no fue calificado por el organismo electoral. Entonces surgió la alianza con CFP y Hurtado, Trujillo y otros políticos de afiliaron – a disgusto – al partido de la lista 4.
Años después, en una larga y paciente charla, Julio César Trujillo me describió los detalles de la formación de la alianza, las conversaciones con el astuto líder de CFP y la búsqueda de Hurtado -ausente en Europa- para sellar el pacto.
Siempre respetuoso pero cargado de una fina ironía deshilachaba las conversaciones y los códigos de conducta y diálogo que entonces separaban a ambos dirigentes políticos, formados en escuelas distintas. La calle y la academia. Trujillo fue profesor experto en derecho Constitucional y Laboral.
La tarea periodística me llevó a la Cámara Nacional de Representantes para las coberturas políticas palpitantes. Todo un aprendizaje oyendo a líderes como los ex presidentes Carlos Julio y Otto Arosemena, legisladores como Rodrigo Borja, Raúl Baca, León Febres Cordero, Heinz Möeller, Jaime Hurtado, Rafael Armijos, y los propios Asaad Bucaram y Julio Cesar Trujillo.
Una alta representación, la presidencia del Tribunal de Garantías Constitucionales, distinguió a Trujillo. Al finalizar el Gobierno de Hurtado Larrea, Trujillo fue candidato oficialista con pocos votos en la campaña que ganó León Febres Cordero.
Cayó el Muro de Berlín, desapareció el régimen comunista en el planeta y los cambios políticos planetarios incidieron en nuevos vientos en la DP. Trujillo sin aspavientos ni estridencias se apartó de su partido por cuanto sentía que esa tienda se alejaba de la centro izquierda. Formó el movimiento Nueva Democracia. Antes había sido dirigente conservador y de una facción del conservadurismo progresista.
En 1998 fue asambleísta constituyente por Pachakutik, tenía experiencia pasada. Su lucha en los 20 años siguientes fue junto a las causas de los derechos humanos, los campesinos y trabajadores, y la naturaleza.
Su hoja de servicio transparente escribe en sus últimas líneas un postrer servicio a la patria: el rescate institucional para borrar la huella del autoritarismo que casi destruye nuestra vida en democracia.
Su legado es el de un hombre bueno y honrado. Conocerlo y escucharlo en sinfín de entrevistas, una gran lección cívica.