Hay al menos tres sectores fundamentales que no debieran verse afectados nunca en sus recursos, más allá de la emergencia sanitaria: salud, educación y seguridad, sin los cuales no puede haber jamás desarrollo. Cierto que la pandemia pasó factura a todos los sectores, pero según la Constitución (art 165) ni en emergencia ni en estado de excepción se pueden afectar los fondos de salud y educación.
En materia de seguridad, las amenazas de los violentos y desestabilizadores están latentes, incluso usando ilegalmente imágenes de niños (que hablan de las y los, lenguaje claro del correísmo), en medio de la debilidad institucional, la laxitud de las normas y la indiferencia general. Qué les ha pasado a los responsables del vandalismo y destrucción de octubre 2019? Nada aun. Es decir, hace un año no pasó nada.
Uno de los sectores más golpeados ha sido la educación superior, afectada por recortes presupuestarios. Cierto que hay distorsiones que deben corregirse en las universidades públicas y cofinanciadas por el Estado, pero eso es responsabilidad de sus autoridades y no de los más afectados hoy: gran parte de docentes y alumnos. Deben tomar correctivos internos, hacer ajustes, mejorar la calidad del gasto. Desde el Estado, no afectar a jóvenes docentes y estudiantes.
El recorte del presupuesto dejó en el desempleo a docentes con contrato, muchos jóvenes que se prepararon para las nuevas necesidades en un mundo que exige actualización y pragmatismo, que invirtieron tiempo y dinero, gran parte en el exterior, y se esforzaron para cumplir con la exigencia de títulos de cuarto nivel. También pone en riesgo la oferta académica y el sostenimiento de carreras que podrían cerrarse con perjuicio a los estudiantes.
Esta crisis debiera sacudir las estructuras de las universidades para impulsar una profunda evaluación, que abra campo a nuevas generaciones de profesionales, debidamente actualizados. Una de las barbaridades del gobierno correísta fue sacar por su edad a viejos y prestigiosos catedráticos, que aún con lucidez impartían conocimiento y sabiduría. Empero, subsisten mediocridades y rezagos de quienes se anclaron en el pasado pero se mantienen anquilosando, sin actualizarse, sin hablar por lo menos dos o tres idiomas, en sus puestos intocados por tener nombramientos definitivos.
A esto se suma el reglamento a la Ley de Apoyo Humanitario. La Ley (art 25) dice que habrá estabilidad de los trabajadores de la salud y se procederá con el “otorgamiento inmediato del nombramiento definitivo” de quienes entraron con contrato a cualquier cargo en la red integral de salud y hayan trabajado durante la emergencia sanitaria. El reglamento, que no puede irse jamás por sobre la ley, dice que deberá contarse primero con disponibilidad presupuestaria y si hay necesidades de personal.