Las libertades de expresión y de prensa son imprescindibles para la efectiva existencia y vigencia de la democracia. El obstáculo al libre flujo de información, ideas y de opinión limitan un efectivo desarrollo de una sociedad.
La ratificación de la sentencia contra el diario El Universo y sus directivos por parte de la flamante Corte Nacional de Justicia evidencia un claro golpe a las libertades y vigencia del régimen democrático en el Ecuador. Solamente en países donde la manipulación de la opinión pública y las normas han llegado a límites insostenibles puede aceptarse que una sentencia de este tipo “ayude al desarrollo de las democracias”.
El caso de El Universo, al igual que el seguido contra los periodistas Juan Carlos Calderón y Christian Zurita, evidencia algo más preocupante. No existe la plena vigencia del Régimen de Derecho. La justicia no brinda ningún tipo de garantía a los ciudadanos ya que prácticamente ha sido tomada en su totalidad por el Ejecutivo.
El principio de jurisdicción constitucional, el cual asegura la primacía de la Constitución y la vigencia del derecho, ha sido roto. Por ende, no existen los medios para que los derechos ciudadanos puedan ser garantizados.
Si antes la “toma de la justicia” fue utilizada por gobernantes corruptos para lograr impunidad y perseguir a la oposición, ahora ha adquirido un matiz adicional: enriquecerse personalmente a través de juicios polémicos por supuestos delitos de injuria y difamación. El uso de juicios, como ha expresado la prensa internacional, constituye prácticas violatorias de los estándares internacionales de libertad de expresión.
Según la Asociación Mundial de Periódicos (WAN-IFRA), que aglutina a unos 18 000 medios escritos y 15 000 portales informativos, “el presidente Correa y su gobierno han hecho de estas prácticas un arma política a través de la cual construyen enemigos políticos, intimidan a toda voz crítica y controlan el debate público”.
De hoy en adelante no habrá plena libertad de expresión. El riesgo de que se entablen a futuro más juicios a periodistas o voces ciudadana disidentes llevará a una situación de autocensura, de temor generalizado y control total del debate público. Puede ser que el “número uno” se sienta satisfecho en haber ganado una de las batallas en contra de la prensa. Sin embargo, el daño para el país ha sido inmenso en términos institucionales, vigencia del Estado de Derecho, garantía de las libertades y de la democracia.
Podrán en efecto influir en la justicia pero no en la historia. El Presidente se está ganado un lugar protagónico en la larga lista de dictadores y líderes oscuros que han enterrado los procesos de liberación de los pueblos de América Latina.