Es bíblica la historia que relata el triunfo del estratega David contra la corpulencia del gigante Goliat. Es un caso que ha servido por siglos para identificar situaciones donde la fuerza sucumbió ante la astucia de un débil en una confrontación desigual. Usando este registro del Libro Mayor de varias religiones, se pueden ensayar interpretaciones luego de las fiestas de Guayaquil, donde cruzaron floretes verbales el presidente Correa y el alcalde Nebot; una “previa” según el argot de los comentaristas futbolistas.
Como en el relato bíblico, Goliat está más armado y provocador. Tiene el control “casi” absoluto de las funciones del Estado, de los organismos de auditoría estatal, del Consejo de Regulación de la Comunicación y de la Superintendencia y está penetrando con audacia en el campo interno de las Fuerzas Armadas. En este esquema solo falta la Alcaldía y el Cabildo porteño, lugares e instancias en las que Jaime Nebot ha empezado a escoger las piedras y afinar la órbita en la que deberá girar la honda antes de lanzarla.
Las huestes del Goliat ecuatoriano vienen precedidas de un triunfo en las elecciones para la Asamblea Nacional donde alcanzaron un apabullante triunfo de 16 curules sobre 20 posibles. El antiguo eje el Cortijo-Parlamento, vía celular, quedó desarticulado.
¿Con qué cuenta Jaime Nebot? Con una férrea adhesión a su persona, que no logra transmitirse ni endosarse al resto de dirigentes o militantes. Es un caudillo exclusivo y excluyente.
Esto permite que a nivel personal sea la única figura que compita con el poder supremo a escala nacional. Una situación muy distante a la de Quito, ciudad en la que además de la desaparición de partidos históricos y de lo que emergieron con el Plan de Retorno -ID y DP- actualmente es huérfana de líderes osados y carismáticos en las filas no gobiernistas. Esta comunidad carece de aquella percepción que permite a los agricultores vislumbrar que la siembra está bien plantada y que hay esperanzas de una buena cosecha. En palabras más domésticas, el anticorreísmo, que tiene una mayor evidencia en la capital que en el Guayas, no es aprovechado por el exceso de ciudadanos “presidenciables”.
Con estos antecedentes es posible apostar que una victoria gubernamental y una derrota -deserción- de Nebot solo serán posibles antes de las elecciones. Una vez, amanecido Octubre en su aurora histórica, la situación será irreversible. Entonces las cartas estarán echadas y otra vez el homenaje a la ciudad, sea el uno al borde del río Guayas y el otro en la laderas de El Salado, que además de ser una versión caricaturesca de lo que en otros tiempos fue Berlín Oriental y Berlín Occidental, será el punto de partida. Lo más probable es que la contienda se concrete. Se podrá perder la mayoría del Concejo por el antidemocrático método D’Hondt, pero el usuario del sillón de Olmedo seguirá siendo inamovible. La piedra habrá llegado a su blanco.