En su última cita, llevada a cabo en la hermosa y señorial ciudad de Cuenca el 23 de noviembre, los presidentes Correa y Humala firmaron un documento en el que declaran que el Golfo de Guayaquil es una bahía histórica y se comprometieron a propiciar conjuntamente el desarrollo y la inclusión social de las poblaciones ribereñas del Golfo y armonizar la exploración y explotación de las riquezas que a cada país corresponde dentro de sus respectivos límites.
El tema ya fue objeto de la Declaración Presidencial ecuatoriano-peruana de 29 de febrero de 2012 y del acuerdo bilateral perfeccionado mediante el intercambio de notas el 2 de mayo del año en curso. Al adherir a la Convención del Mar, el Ecuador formuló una declaración en el mismo sentido. En el documento suscrito en Cuenca se describe al golfo de Guayaquil como una entidad geográfica especial comprendida entre las costas de ambos países y una línea trazada desde la Puntilla de Santa Elena en el Ecuador hasta la Punta Cabo Blanco en el Perú y se ratifica el límite marítimo del paralelo. Las aguas encerradas en tal espacio serán aguas interiores.
A principios del 2010, el doctor Javier Espinosa Zevallos publicó un libro titulado ‘El Golfo de Guayaquil: Bahía Histórica del Ecuador’, en el que relata los actos de posesión, dominio e imperio que ejercieron sobre el Golfo de Guayaquil nuestras poblaciones ancestrales, de manera permanente y nunca cuestionada, actos que fueron reiterados por las autoridades del que es actualmente nuestro país, tanto en la época colonial como en la republicana.
Hay que recordar que la doctrina jurídica, la jurisprudencia y el derecho internacional consagrado en la Convención sobre el Derecho del Mar confieren a las bahías históricas un carácter especial, y que los estados a los que pertenecen ejercen sobre ellas derechos consagrados por la costumbre y las normas positivas, particularmente en cuanto a la manera de delimitarlas. En el caso del Golfo de Guayaquil, cuya importancia económica, política y estratégica salta a la vista, tanto el ejercicio ininterrumpido e inmemorial de sus derechos por parte del estado ecuatoriano, como la aquiescencia de la comunidad internacional ofrecen el fundamento necesario para considerarlo como bahía histórica.
Los estudios hechos por la diplomacia profesional del Ecuador concluyeron siempre con la recomendación de adherir a la Convención sobre el Derecho del Mar para poder usar adecuadamente sus mecanismos jurídicos en defensa y protección de los intereses ecuatorianos. Hay que felicitarse que los intereses del Perú hayan venido a coincidir con los del Ecuador en esta materia dando ocasión para que los dos proclamen bahía histórica al Golfo de Guayaquil. Este es, sin duda, uno más de los beneficios de la paz suscrita en octubre de 1998.