El tema puede ser paradójico. El Ecuador no puede consolidarse como un gran país dotado de una riqueza cultural milenaria, y de una naturaleza diversa y exultante que asombra a los extraños.
Los males no están allí, sino en cierta clase dirigente -impreparada y falta de inteligencia política– que no ha podido construir una democracia real, más allá de los papeles -llamadas constituciones- creadas para ser mancilladas y violadas.
La situación del país es patética y estrambótica: los pueblos eligen a un gobierno legítimo y gobierna la oposición. El problema no es, exclusivamente, de los opositores, que tienen intereses legítimos, aunque deleznables, sino también de las autoridades que, a su turno, no han podido -o no les dejan- aplicar el plan de gobierno aprobado por el soberano.
Causa grima amanecer con noticias atroces: asesinatos, amenazas, desapariciones, inseguridad y violencia despiadada; terremotos, inundaciones, erupciones, colapsos en los campos y carreteras, y la clase política -como si viviera en otro planeta- en disputas inveteradas, insulsas, con discursos fatuos que alimentan la incertidumbre mientras la democracia tambalea.
¿Quién detiene este derrumbe moral de la política? ¿Dónde está la ciudadanía? ¿Está naciendo un sicariato político? ¿La anomia se ha institucionalizado en el Ecuador?
El gobierno de la oposición es un sarcasmo cruel. Si el gobierno no gobierna -valga la tautología-, ayudémoslo a que cumpla sus promesas, a que deje los micrófonos, atriles y pantallas, y se acerque al pueblo que no tiene empleo, a los informales que sufren en las calles y a los indígenas que viven en las montañas desnutridos, sin atención primaria de salud, y sin esperanza.
Que gane la oposición en las urnas, sería el grito silencioso de una mayoría que desea paz, inversiones, trabajo, seguridad, justicia, salud y educación de calidad. Porque la pelea no es entre la oposición y el gobierno; la pelea es contra la pobreza, la violencia y sus causas. Y defender el estado de derecho con seguridad jurídica. ¡Cuándo entenderán los políticos!