lecheverria@elcomercio.org
El camino que llevaba el gobierno en la política internacional era torcido porque era el camino trazado por el caudillo de la revolución ciudadana y continuaba gracias a la gestión de los revolucionarios que se quedaron incrustados en el período de Lenín Moreno.
Se inició la rectificación con el nombramiento de un funcionario de carrera como Canciller y la jubilación de aventureros que todavía mantienen las consignas de una ideología marxista que ya no existe.
La mascarada protagonizada por el dictador Nicolás Maduro, ha servido para trazar definitivamente la dirección para la política internacional.
Ecuador tenía que decidir de qué lado está, si con los caudillos autoritarios o con los demócratas.
A la usurpación del poder por parte de Maduro solo asistieron presidentes que han usurpado el poder con elecciones mañosas como en Nicaragua, sin elecciones, como en Cuba o como concesión de jueces complacientes, como ocurrirá en Bolivia si Evo Morales vuelve a ser candidato en contra del mandato popular que rechazó la reelección en consulta convocada por el propio Morales.
Ecuador decidió por el camino correcto, del lado de Europa y de casi todos los países de América.
Maduro queda aislado, y las formalidades democráticas que pretende exhibir solo son una mascarada. Su mandato es producto de una elección sin participación de la oposición y con los principales aspirantes encarcelados o impedidos. No ha prestado juramento ante la Asamblea Nacional como establece el mandato Constitucional sino ante la Corte de Justicia que cumple sus deseos declarando en desacato a la Asamblea y habilitándole un nuevo mandato.
El equipo de gobierno que ha demostrado su incompetencia hasta la saciedad convirtiendo a uno de los países más ricos de Sudamérica en un Estado fallido que no puede ni siquiera garantizar los alimentos ni detener el éxodo de millones de ciudadanos.
La inflación, la delincuencia, la corrupción tienen los índices más altos en el mundo; pero mientras más grave es la crisis más se aferra Maduro.
La propuesta de que entregue el poder a la Asamblea Nacional para que convoque a nuevas elecciones, le podría permitir salvar la cara y asegurar su salida a otro país, pero los militares, los que se han enriquecido con la crisis y los embarrados en la corrupción, tratarán de sostener al régimen por su propia seguridad.
Ecuador ha hecho bien en apartarse de ese club de caudillos autoritarios que mantienen secuestrados a sus países, un gobierno democrático no puede mezclarse con esos líderes que violan la carta de derechos humanos y los códigos de la democracia. El aislamiento y la presión a Maduro continuarán hasta que Venezuela sea liberada y se inicie la restauración como nación democrática.