Estamos ante una situación inédita en el devenir político del Ecuador, que obliga al gobierno a tomar medidas que sean buenas para hoy, pero también para mañana. Noboa debe pensar dos veces para toda decisión que haga hasta mayo/25. O debe meditar tres veces porque también es un candidato para el período 2025-2029.
Lo primero es movilizar a la economía que está estancada, para lo cual, con mucho pragmatismo, debe convocar a las élites económicas que sí tienen recursos para invertir, mediante compromisos racionales que desaten a la inercia. Esto debe ser apoyado por todas las fuerzas políticas que buscarán opción de poder para el nuevo período presidencial. Las fuerzas sociales apoyarán porque el aumento de la producción aumentará los puestos de trabajo formal.
Lo segundo es racionalizar el gasto fiscal y levantar más recursos fiscales, para reforzar nuestra débil posición internacional, que mejore el riesgo país a los niveles de Perú y Colombia, para atraer el crédito y la inversión, tanto de capitales nacionales como extranjeros.
Combatir la desigualdad entre bienestar y malestar de los ecuatorianos, es algo que nadie se opondrá en la campaña electoral, porque junto a lo anterior, conviene también al próximo gobierno. En este esfuerzo cabe una posición seria, exenta de populismos y de ofertas irreales. Decir y hacer lo que se puede con los recursos escasos que tenemos confiere credibilidad al gobernante.
El gobierno actual debe reforzar su equipo, que trabaje con respeto al contradictor y con el pragmatismo fecundo, en un momento en que los extremismos pueden destruir el país. Para todo esto quedan siete meses, tiempo precioso para encausar a la política hacia el servicio a los ciudadanos, minimizando los rencores y venganzas y trabajando en función de los intereses superiores de la Nación.