Ahora es el momento de abandonar los extremismos políticos para gobernar sobre bases racionales. El Presidente Noboa y la Asamblea Nacional deben deponer las diferencias subalternas para tomar decisiones de importancia nacional, que sirvan a este y al próximo gobierno. Basta de discusiones ridículas y de contradicciones estériles que llevarán a una situación aún más caótica, en donde los que más sufren son los pobres del Ecuador.
¿A qué gobierno no le va a convenir recibir un país con recuperación económica, seguridad jurídica y progreso social? Entonces a trabajar todos unidos por un solo objetivo, en donde también haya un desarrollo político que a todos nos conviene. Las élites económicas deben ser solidarias y contribuir al progreso de todos y las fuerzas sociales deben entender que solo con trabajo productivo se pueden alcanzar mayores ingresos.
Si le alcanza una buena gobernabilidad, se podrá demostrar a la comunidad internacional que el país ha recobrado la seriedad y la eficacia política para ser capaz de honrar las deudas, de modo que el riesgo país sea menor como es en Perú y Colombia. Entonces vendrán inversiones importantes para salir de la recesión económica.
La clave es disminuir los desequilibrios mediante correcciones fiscales y abrirse a las inversiones extranjeras sobre la base de acuerdos justos en cuanto a la rentabilidad. Si se logra aumentar la producción, las élites económicas del país invertirán más y los capitales extranjeros mirarán al país con buenos ojos, aprovechando que la dolarización elimina el riesgo cambiario que tienen en otros países.
Con esta nueva actitud de un gobierno creíble será posible aumentar el empleo formal, invertir en obra pública, financiar la seguridad energética, aumentar la explotación petrolera, pagar a los proveedores, honrar la deuda externa y alejarse del abismo de una recesión prolongada que causará más sufrimientos a la población ecuatoriana.