El 10 y el 2 de Agosto, días de gloria de la Patria, pasaron casi ignorados, haciendo evidente que no valoramos en forma debida que el 10 de Agosto de 1809 Quito destituyó al Presidente de la Real Audiencia y organizó el Primer Gobierno Autónomo de América española, desencadenando el proceso de su independencia, ya que el año siguiente otras capitales coloniales establecieron también sus gobiernos autónomos.
Ante lo acontecido, Quito fue ocupada por fuerzas militares de los virreinatos vecinos. Parte de esas tropas, que sumaban 5 700 soldados, permaneció escalonada en los caminos, lista para entrar a la ciudad. No obstante la amenaza de tan aplastantes fuerzas, el 2 de agosto de 1810 los nobles quiteños y el pueblo, anoticiados que los líderes patriotas y los otros detenidos estaban amenazados de ser fusilados, asaltaron las cárceles para liberarlos. Los realistas reaccionaron matando a la mayoría de los patriotas detenidos y lanzándose al saqueo de la ciudad y al asesinato de quienes se les opusieran. Los quiteños lucharon con cuchillos, maderos y piedras.
El combate cesó sólo cuando el Obispo salió a las calles con un crucifijo. Murieron alrededor de 300 quiteños y un número similar de soldados realistas. Aterradas ante tanto heroísmo, las autoridades españolas, civiles y militares, convocaron a una asamblea de notables, en la que fueron increpadas por el crimen cometido y en la que se aprobó un Acuerdo Real que dispuso que las tropas salgan de inmediato de la ciudad, y que se constituya una Junta Superior de Gobierno, de la cual sean parte el obispo Cuero y Caicedo y el coronel Carlos Montúfar, Comisionado Regio que no era aceptado por los realistas. Impresionado ante tanta dignidad y heroísmo, el religioso chileno, P. Enríquez, que había vivido en Quito, fijó en el faro de Valparaíso una placa que decía: “Quito Luz de América”.
Un siglo después, el presidente Eloy Alfaro, al inaugurar el “Pabellón del Centenario” en el Palacio de las Exposiciones, dijo: “Honrar a los padres de la Patria y eternizar sus virtudes, grabándolas en el mármol y en el bronce; demostrar de esta manera solemne la gratitud nacional a los próceres que nos legaron libertad y patria, es propio de un pueblo noble y altivo, de un pueblo que se siente capaz de seguir el ejemplo grandioso de los eximios varones, en cuyo recuerdo se levanta este monumento”. Alfaro, como un guerrero que era, comprendía perfectamente que organizar un gobierno autónomo en el corazón geográfico del Imperio Español, fue un acto de increíble audacia y valor.
El 10 de Agosto, así como el 9 de Octubre, día de la Independencia de Guayaquil, que fue el centro de apoyo para la liberación de Quito, y el 24 de Mayo, día en que se logró la independencia nacional, deben consagrarse exclusivamente a honrar a nuestros libertadores, porque para los feriados, que indudablemente benefician económica y socialmente a los ecuatorianos, se dispone de cincuenta y dos sábados en el año.