Los TLC hacían consenso, salvo para los contestatarios. Pero su voz no tenía mucho eco para frenar la firma de esos tratados, siempre misteriosos.
Sorprendente, Valonia, un distrito francófono belga, está creando un precedente que indispone a muchos poderes establecidos en Europa y a Canadá con quien negocia uno de estos tratados (CETA) que debía ser firmado la semana pasada.
Su parlamento regional se niega a hacerlo, el cual en la singular organización descentralizada étnica en Bélgica, tiene que aprobar los tratados internacionales antes que su gobierno federal pueda firmarlos. Como los países de la Unión Europea deben aprobar estos tratados, Bélgica no puede dar su acuerdo si Valonia no lo permite.
Los burócratas de Bruselas, los premier ministros de Europa y Canadá se han precipitado para dialogar con los valones, que desde hace varios años repiten lo que ahora se vuelve objeto de negociación. Todos se indignan de su tozudez, ellos dicen “demostramos lo que democracia quiere decir”. Insisten que no están contra el comercio internacional; sus empresas lo requieren, el empleo lo necesita, buscan inversiones de afuera, pero la concepción de estos TLC y sus modalidades de negociación deberían cambiar.
Para los valones, no se trata de simples tratados de comercio, sino de una filosofía del comercio, un aperturismo sin ton ni son que sigue las pautas de las multinacionales. Aunque este tratado sería
“menos malo” que los anteriores, habría así una cuestión de principios. Sin tratado sería peor, el reino puro de las multinacionales, por consiguiente se debe cambiar de óptica de negociación. Valonia no quiere aceptar cualquier imposición, cuanto más que otras regiones y gobiernos europeos empiezan a darles razón.
Cabría tratados en que los Estados en el respeto de sus sociedades, democráticamente fijen las reglas, que se respete la protección del derecho de trabajo, derechos sociales, ecología. Por ello, rechazan que las negociaciones sean secretas y los tratados por firmarse no-públicos. El parlamento de Valonia tenía un simple resumen del contenido. “Lo que se esconde es siempre dudoso”. ¿“Qué quieren esconder”?
Los valones consideran que varias regiones rurales están amenazadas, por la lógica empresarial muy competitiva canadiense y quieren protección. No quieren promesas de que el tratado es bueno para el campesino, sino cláusulas concretas. Para ellos, un TLC aunque se cambie de nombre no deja ser TLC.
La realidad ya demostró que la globalización neoliberal, favorecía a los más fuertes y acababa con los pequeños y menos competitivos. Se impusieron TLC con esa lógica. Pero, la mundialización, la competencia y la competitividad que son inevitables pueden tener otras reglas.
Cuando acabo este texto, se anuncia que la negociación prosperó.
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