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Alberto Fernández, candidato del Frente para Todos, acaba de triunfar en primera vuelta en las elecciones presidenciales de la Argentina. Obtuvo el 48% de los votos.
El actual presidente, Mauricio Macri, pese a los malos resultados obtenidos en las elecciones primarias (PASO) de agosto, logró remontar la tendencia. Obtuvo un 40%. Buena parte de esta votación provino de la ciudad de Buenos Aires y las provincias del interior en las cuales superó a Fernández: Mendoza (50% a 37%), San Luis (45% a 41%), Córdoba (61% a 29%), Santa Fé (43% a 41%) y Entre Ríos (44,39% a 44,32%). En éstas dos últimas revirtió una diferencia de 10 puntos. Macri, pese a los magros resultados en lo económico, que pesaron negativamente en estas elecciones, sigue siendo fuerte en ciertas regiones del país.
Fernández, en cambio, se hace con la presidencia con la votación obtenida principalmente en la Provincia de Buenos Aires y en el “conurbano” (representan el 33% del electorado). Es decir, votantes de estratos más modestos y pobres.
A diferencia de otros procesos electorales, dos factores jugaron a favor de Fernández. Primero, la crisis económica que atraviesa actualmente Argentina. Segundo, la unidad del peronismo.
En cuanto a lo primero, el mal manejo de la economía durante el gobierno de Macri terminó por pasarle factura. Argentina está afectada por una fuerte recesión económica, alto endeudamiento público, inflación, desempleo e incremento de los niveles de pobreza. La deuda externa alcanza el 100% del Producto Interno Bruto (PIB), la inflación acumulada para el 2019 es del 30%, la pobreza está por encima del 35,40% y la tasa de desempleo se ubica en el 10,6%.
En cuanto a la segundo, Fernández pudo aglutinar y cohesionar nuevamente al peronismo en general con el no kirchnerista de Sergio Massa y de Florencio Randazzo. Este último, miembro del gabinete presidencial de Cristina Fernández de Kirchner.
Pese a que Alberto Fernández ha sido muy crítico del actual gobierno, sus políticas neoliberales y su acercamiento con el Fondo Monetario Internacional (FMI), tiene un reducido margen de maniobra. Macri tiene un bloque importante en el parlamento. A más de ello, no sé hasta qué punto Alberto Fernández sea capaz de mantener esta alianza con las distintas facciones del peronismo.
Por esta razón, descarto la posibilidad de que la elección de Fernández sea una reedición del kirchnerismo e incluso de un realineamiento al eje de la izquierda populista de Venezuela, Ecuador, Bolivia, Cuba y Nicaragua.
Lo que sí preocupa es la obstrucción que pudiera darse a la justicia y que queden insubsistentes los juicios de corrupción que están en curso en contra de la ex presidenta y hoy flamante vicepresidenta de la Argentina, Cristina Fernández de Kirchner. Veamos qué pasa luego de que asuma el poder Alberto Fernández el próximo 10 de diciembre.