Gimnasia para la oposición

La oposición política al Gobierno -en caso de existir- debiera aprovechar los recursos dialécticos que son usuales en política. Estos permiten utilizar, estratégica o aparentemente, lo mismo que sostiene el adversario produciendo algunas veces neutralización o, en términos bélicos, contraataque.

Por ejemplo, ¿qué pasaría si el Ecuador político, al unísono desde ahora, afirme que todos están por la reelección?
La experiencia de la aceptación a los plebiscitos de las dictaduras de Chile y Uruguay por parte de la resistencia no pueden ser más memorables, como lo fue también cuando contra todo pronóstico el No triunfó rotundamente en la consulta que propuso el gobierno de León Febres Cordero.
Mantener lo contrario o simular una adhesión algunas veces puede descontrolar a los promotores de la posición inicial. La actual coyuntura ofrece un tema para el análisis en este contexto, si en serio se está en contra: “La reelección indefinida”.

Para desbrozar el tema propuesto para una reforma constitucional trascendental es necesario considerar un elemento de la teoría política como es la alternabilidad en el ejercicio del poder republicano y el otro, más comprensible y probablemente torpe, un error de imitación.

En el primer caso, de arduo debate, se considera que no es aceptable que en un régimen de contrapesos políticos, la alternabilidad pueda ser sustituida por el control hegemónico por parte de una función que al mismo tiempo es Gobierno y Estado. El segundo problema reside en la equivocación de los constituyentes que desconocían el régimen que prescribe el capítulo quinto de la Constitución de EE.UU. y por ende del particular uso jurídico del término “enmienda”. La falta de estudio y la mala asesoría contratada no permitieron entender que para el derecho americano la “enmienda” no significa una reforma si no una disposición adicional con igual vigencia que el texto original. Esa es la causa por la cual la redacción de los artículos 441 y 442 de la Constitución de Montecristi se hizo como un condumio que terminó en fanesca.

Por eso, frente a la propuesta de la reelección indefinida, probablemente un efecto o resaca del 23-F, la dirigencia oposicionista tampoco leyó ni entendió lo que expresó Simón Pachano en una entrevista en diario Hoy: “Hay temor por la consulta, porque hay un temor a un No a la reelección, lo cual no es un No a Rafael Correa”. No es difícil entender la frase, pero sí es necesario un esfuerzo.

En estas circunstancias, la oposición debiera aceptar el reto y polarizar el escenario: la reelección presidencial o su negativa. Sería, como dijo Ernest Renán al hablar de la nación: es un plebiscito diario. Por supuesto, el riesgo de un desgaste para el régimen -agravado por el telón de fondo de dificultades de liquidez- puede ser una opción que ningún cirujano aceptaría por la prevención de una mala práctica médica.