El accidente de una avioneta en el sur de Guayaquil parecía ser un hecho aislado. Pero los indicios descubiertos tras el siniestro inquietan: la nave no tenía plan de vuelo y uno de sus ocupantes había salido libre el año pasado, tras cumplir 4 años de cárcel por narcotráfico.
Si bien no se ha establecido oficialmente el nexo entre esa aeronave y las drogas, sus dos ocupantes, de nacionalidad mexicana, están bajo custodia. Entonces, las alertas debieran permanecer al máximo. De hecho, desde el 2003 hasta ahora los investigadores han confiscado 17 avionetas vinculadas con el tráfico internacional de narcóticos.
Urgen acciones para frenar este fenómeno delictivo. En marzo del 2015, la autoridad anunciaba que “en los próximos días” se destruirán las primeras pistas clandestinas para evitar el aterrizaje de naves ilegales. El ofrecimiento fue, entonces, que el impacto de las mafias, a través del aire, sería mínimo.
¿Qué sucedió con ese anuncio? ¿Se cumplió? Parecería que no. A 700 metros del accidente reportado el sábado, los policías descubrieron una zona de aterrizaje.
Por eso es importante que todos los hallazgos sean sometidos a investigación. Que se aten todos los cabos posibles, más aún cuando hace apenas cuatro meses, la Procuraduría mexicana revelaba que los carteles de Sinaloa, Los Zetas, la Familia Michoacana y el del Golfo están presentes en el Ecuador.
Tras esa revelación, la Policía apuró una respuesta y sostuvo que en el país no hay presencia permanente de estos grupos delincuenciales y que únicamente operan “delegados”, que se encargan del acopio y del envío de la droga al exterior. Situación grave en sí misma.
Hace 15 días, los carteles mexicanos fueron mencionados nuevamente y señalados por el ataque terrorista en contra del cuartel de policía de San Lorenzo (28/01/2017). ¡Increíble!
El país tiene que saber que estas mafias operan con estructuras internacionales. Mueven cocaína, heroína y precursores químicos a través de 51 países. Lo que queda es buscar estrategias sólidas para hacerles frente.