Los abogados para emitir un criterio se valen de los documentos con los que cuentan. Los jueces en los procesos sometidos a su resolución, “hablan” a través de sus providencias. Para escribir respecto al segundo ascenso a General de División del señor Eloy Alfaro, dispuesto por el presidente Correa, me remitiré a los documentos que constan en el Registro Oficial de agosto 24 de 1895. Para comenzar, debo indicar que el Consejo de Ministros a esa fecha, estaba encargado del Poder Ejecutivo, es decir, actuaba con iguales atribuciones a las que hoy tiene el economista Correa.
Ese Consejo de Ministros, el 20 de agosto de 1895, dispuso ascender “al General de Brigada, don Eloy Alfaro, a General de División”. Ese decreto, como cualquier otro que suscribe quien funge de presidente de una nación, entró en vigencia desde su publicación en el Registro Oficial. Desde ese día, es resolución en firme hasta que otro decreto o ley lo derogue.
El General de División Eloy Alfaro, ese mismo 20 de agosto, se dirigió al Consejo de Ministros y solicitó“no dén (sic) curso al Decreto de ascenso”. Ante este pedido realizado por Eloy Alfaro, el Consejo de Ministros le contesta diciendo que “Ud., como soldado republicano, está en la obligación de someterse al fallo de sus conciudadanos… El decreto está ya publicado por Orden General y por la Prensa. Además de esto, los representantes de los diarios extranjeros, lo han transmitido a todo el mundo”. En otras palabras, el Consejo de Ministros no acepta la petición del General de División Eloy Alfaro, por lo que el decreto emitido quedó“oleado y sacramentado”.
Cualquier estudiante de Derecho conoce, y muchos conciudadanos deberían saberlo, que las cosas, jurídicamente hablando, se deshacen de la misma manera como se hicieron. Por ello, para que el General de División Eloy Alfaro no ostente el rango indicado, el propio Consejo de Ministros, o cualquier presidente de la nación, debieron emitir un decreto dejando sin efecto el ascenso de Alfaro. Como ello no sucedió, el General de División Alfaro, desde el 5 de junio de este año, es doblemente General de División de las Fuerzas Armadas ecuatorianas.
Quien lo ascendió nuevamente a General de División es aquel que ejerce la máxima autoridad de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional, es decir, el Presidente de la República, otra vez mal asesorado por sus ministros de Estado.
Error que no hace más que ratificar que por darle gusto, no estudian los documentos. No me extrañaría que el señor Correa, en poco tiempo más se autodesigne Generalísimo, para de esta manera estar en un grado superior a todos los generales con los que ha contado Ecuador desde su independencia, y así resolver dobles ascensos que en el futuro se le ocurran con personajes que le den votos.