Ya que las elecciones han empezado –aunque no de manera oficial– bien vale la pena repasar un texto clásico de la política, ‘Breviario de campaña electoral’, escrito, según algunos, por Quinto, el hermano menor de Marco Tulio Cicerón.
Cicerón tenía 42 años y estaba en la cúspide de su carrera pública porque había destacado como hábil funcionario en Sicilia, exitoso abogado defensor de casos aparentemente perdidos y, sobre todo, como orador extraordinario (Plutarco le comparó con Demóstenes, el más elocuente político de Atenas).
Corría el año 64 a. C. y Cicerón creía estar listo para optar por el cargo más importante de aquella época: el Consulado de Roma. Todo parecía favorecer la candidatura de Cicerón salvo por dos cosas: era un ‘hombre nuevo’, es decir alguien que no tenía familiares en el Senado, la instancia social y política más importante del Imperio; y su récord militar no era distinguido –Cicerón estuvo en el Ejército–, algo embarazoso en una sociedad eminentemente bélica como la romana.
¿Cómo superar aquellas limitaciones y asegurar la victoria electoral? Para ganar las elecciones –escribió Quinto a su hermano– necesitas dos cosas: tener amigos poderosos y ser popular entre el pueblo (compuesto no sólo por quienes votan sino también por los esclavos).
Para cultivar una red de amigos poderosos debes distinguir entre aquellos que buscan favores y los que simpatizan verdaderamente contigo. A estos últimos hay que tratarles con afecto –recordar sus nombres de pila es indispensable, decía Quinto– y hacerles sentir parte del círculo íntimo. A los que buscan favores debes asegurarles que jamás los olvidarás si trabajan eficientemente a favor de tu candidatura, aconsejó el hermano de Cicerón.
Para ser popular debes prometer cualquier cosa que se te pida, aún cuando no tengas intención de cumplir tu palabra. La gente olvida pronto las promesas rotas –decía Quinto– y pide favores que no necesita. Además, siempre es posible darle cualquier otra cosa. Rehusar el pedido de alguien –por más ridículo que sea– es un suicidio político porque sólo te conseguirá enemigos, le dijo Quinto a su hermano.
Quinto también exigió a Cicerón que asegurara que su familia y amigos más cercanos apoyaran incondicionalmente su candidatura porque de allí siempre se propaga la buena o mala fama del candidato. También recomendó que sus apariciones públicas las hiciera siempre con seguidores ruidosos y apasionados. Además, le dijo que debía exponer, cada vez que tuviera oportunidad, los excesos más escandalosos de sus contrincantes, para debilitar su imagen ante los electores.
Más de dos mil años han pasado desde que aquella carta fuera escrita, pero parece como si hubiera sido redactada recién ayer.