En una galaxia muy lejana había un país que descubrió petróleo. Hasta esa fecha había sido un país pobre y el descubrimiento le volvió rico. Bueno, la verdad le volvió menos pobre, pero todos se sintieron ricos.
Y como buenos nuevos ricos, rápidamente se gastaron su reciente fortuna.
Y no solo que se gastaron la plata sino que hasta se endeudaron. En realidad, se endeudaron como locos, tanto que le llamaban “agresivo” al endeudamiento. Y después, como ocurre luego de toda buena farra, vino el chuchaqui.
El precio de ese petróleo, que tan alto había estado, cayó. Y con eso vinieron años oscuros, años en los que la economía no crecía, donde los fenómenos naturales le complicaban la vida al pobre país con terremotos, inundaciones y hasta alguna plaga.
Dos décadas se perdieron, pero, finalmente, luego de ir de tumbo en tumbo, como que la situación se estabilizó después de un ‘shock’ tan grande que hasta se cambió de moneda. Con tan fuerte’ shock’, el país aprendió la lección.
Puso reglas claras de qué debía hacerse con la plata del petróleo en caso de que volviera a subir.
La idea era ahorrar, ahorrar a la antigua, en una cuenta de ahorros. La lógica detrás era que las probabilidades de que el precio del petróleo suba eran tan altas como las probabilidades de que vuelva a bajar unos años después.
O sea, en ese país se dieron cuenta de algo obvio: los precios del petróleo tienen fuertes sacudidas y pueden subir o bajar significativamente en poco tiempo.
Por lo tanto, y para darle estabilidad al país, lo mejor era poner una parte de los ingresos extraordinarios del petróleo en una cuenta de ahorros.
La idea era doble: ahorrar con precios altos para tener dinero en los momentos de precios bajos, pero también para evitar que la economía regresara a su estado de ‘dependencia casi patológica del alto precio el petróleo’.
En resumen, el objetivo era evitar que la plata del petróleo inundara la economía y no la volviera ‘adicta’ al alto precio y, al mismo tiempo, evitar una contracción económica muy fuerte en el momento de una nueva caída del precio.
Y, en esa galaxia muy lejana (y solo en esa lejana galaxia, en un universo paralelo), aprendieron la lección tan bien que nunca modificaron las normas de ahorro. Años después el precio del petróleo subió y el país ahorró.
Con eso desapareció el riesgo de una recesión futura y los inversionistas privados, llenos de confianza, decidieron invertir mucho en ese país. Y el país creció y la pobreza se redujo.
Un día el precio del petróleo volvió a caer pero a nadie le importó mucho.
Se sacó plata de la cuenta de ahorros y la economía no sintió el golpe. Y con eso, en esa tan lejana galaxia, ese hermoso país desterró para siempre lo que en otros lados se conoce como “la maldición de los recursos naturales”. Y la fuerza estuvo con ellos por muchos, muchos años.