Propiamente lo que debería llamarse ‘crisis de Gabinete’ sólo puede ocurrir en los gobiernos definidamente ‘parlamentarios’ –Reino Unido, España, Italia, Alemania’-, lo cual no es el caso del Ecuador, porque solo en aquellos regímenes el Congreso refleja exactamente el estado de las fuerzas políticas.
Si sucede una modificación a través del tiempo, el Gabinete ‘cae’ y es reemplazado por otro que exprese el nuevo equilibrio de la política.
Casi siempre la organización ecuatoriana ha seguido el ‘modelo’ estadounidense, más bien ‘presidencialista’.
Claro que con la abundancia de constituciones, hubiera sido extraño que alguna vez no se hubiera ensayado una modalidad ‘semiparlamentaria’.
De hecho, sí tuvo lugar esta modalidad: luego de la revolución de los militares jóvenes en el año de 1925, la Constitución entonces engrendrada así lo hizo, pero los resultados prácticos fueron catastróficos.
En realidad allí comenzó la más turbulenta de todas las etapas de la turbulenta memoria republicana del Ecuador.
Se sucedieron muchos y fugaces jefes de Estado -varios dictadores, por supuesto-; asambleas; dos guerras civiles, entre ellas la mortífera de los cuatro días y otras innumerables asonadas y, aparte de muchos incidentes internacionales, ocurrieron también la invasión peruana y su secuela el Protocolo de Río de Janeiro.
Una trágica experiencia por cierto, que solo fue cerrada cuando Velasco Ibarra logró implantar la libertad de elecciones y otras básicas del Estado liberal de derechos, consagradas por la medular Carta Política del año 46.
Pero si nuevamente se vuelve la mirada hacia la ‘crisis de Gabinete’, es práctica político–administrativa llamarla así a la situación en la cual todos o la mayoría de los ministros cercanos colaboradores del Presidente, renuncian al desempeño de sus carteras de Estado.
Es frecuente que así pase por el inicio de un año político nuevo, por ‘convenir al buen servicio’ según la socorrida y eufemística frase de la burocracia, o para buscar otra alineación de los grupos sociales y políticos en el Congreso -léase Asamblea- y en el escenario de todo el país.
De esta suerte, el anuncio que ha hecho el presidente Correa que introducirá cambios en el equipo de sus colaboradores más próximos, no tiene nada de raro ni especial, como no sea talvez que no hayan todos ellos ‘puesto a disposición del Mandatario’ sus cargos oficiales.
Tanto más que la ‘comezón del cuarto año’, la turbulencia del cuarto año de desempeño gubernamental, es una de las pocas constantes históricas que se descubren en nuestra memoria colectiva: García Moreno, Alfaro, Ayora, Velasco, Rodríguez Lara, Ponce’
¡Y hay en consecuencia que estar preparados!