Si Quito tiene todavía algún personaje digno de retratarse, es Rodrigo Paz Delgado. Alcalde, ministro, empresario y dirigente deportivo y, como signo distintivo, todo un chagra.
Cuando hace poco tiempo salió a la luz el libro Rodrigo Paz: en la vida hay que saber reírse, escrito con el talento y la pluma de deliciosa lectura de Pablo Cuvi, parecería que todo estaba dicho allí. Antes, el gran periodista de esta casa editorial, Jorge Ribadeneira, describió con su pluma sabrosa y su estilo amable de cronista perspicaz, a Rodrigo , en otro retrato para el recuerdo.
Desde su origen parte la primera anécdota. Lo que pudiera ser una afrenta para ese grupo chispeante de los quiteños residentes en Quito, es un elemento que lo caracteriza. Quito tiene y tuvo en Rodrigo Paz a uno de los grandes alcaldes, importado sin aranceles ni salvaguardias, desde el Carchi.
Rodrigo es un empresario, sabe del manejo amable y paternal pero a la vez de la mano exigente para que todo funcione.
Fue amigo del inolvidable presidente Jaime Roldós, quien le nombró ministro de Finanzas. Estuvo al frente, en otro gobierno, del Consejo de Modernización y como empresario, al frente de Casa Paz, luego fundó un banco de prestigio y se rodeó de un buen equipo profesional y ejecutivo.
Pero si hablamos de equipos, esta vez debemos hacerlo de ese emblema del fútbol ecuatoriano y reconocido en el mundo que es: Liga Deportiva Universitaria, LDU, o Liga de Quito que le sacó algunas de las canas que ya peina, le causó ( o causa) algún disgusto y mal genio y, por cierto, sobretodo le dio grandes satisfacciones. Es la gloria tangible que luego se vuelve efímera.
Rodrigo Paz sabe que, como todo en la vida, los momentos buenos son fugaces pero no se olvidan, no se deben olvidar. El paso del ser humano puede ser inútil e intrascendente o puede dejar huella. Eso ocurre con los equipos de fútbol que llegan a ser grandes, alcanzan la fama, alzan las copas – liga tiene cuatro internacionales y de categoría – y luego sufren apuros.
LDU ha pasado del cielo al suelo y ha alzado un nuevo vuelo. En la segunda categoría jugó en canchas de tierra, ascendió, fue campeón de la serie B y alcanzó dos títulos consecutivos a mediados de los años 70. Atrás de todo eso ha estado un grupo humano infatigable. El motor incansable Rodrigo Paz le ha dado chispa y entusiasmo.
Parte de ese equipo que hoy está en el Club LDU y su Comisión de Fútbol supo ser grato y reconocer la entrega de Paz al bautizar al Estadio, hasta el lunes pasado conocido como la casa blanca, con el nombre de Rodrigo Paz Delgado, que ya se exhibe en su frontis. En la plazoleta anterior a la fachada una estatua pinta al personaje con un balón y su vestimenta característica.
El acto fue una sorpresa que emocionó a la familia de Rodrigo; sobrio, generoso en palabras de cariño y gratitud, habla del buen corazón y el talante de los directivos que siempre esperan de su club grandes cosas, para que Liga resuene ‘en el tiempo y en el espacio’ con el ejemplo de Paz.