Ha hecho bien el Gobierno en intervenir paulatinamente en el deporte amateur. De ese modo ha logrado remover estructuras anquilosadas que lo frenaban, al calor de disputas de poder. La pregunta que ronda desde hace un tiempo es si ese esfuerzo de reorganización llegará al fútbol profesional, que se mueve con un propósito económico, pero en donde también pesan mucho los intereses políticos.
En principio parece toda una paradoja que el balompié ecuatoriano esté cada vez mejor posicionado en el mundo, que cada vez tenga más jugadores en el extranjero y que el mercado del fútbol local mueva decenas de millones cada año, pero que al mismo tiempo haya clubes con graves problemas gerenciales, financieros y hasta tributarios.
Ya lo señaló el presidente de la UEFA, el francés Michel Platini: no es obligatorio tener pérdidas y déficit para triunfar en el fútbol, y puso como ejemplo a los finalistas de la Liga de Campeones, los alemanes Bayern y Borussia. Es lo que se conoce como ‘fair-play financiero’ en el cual se haya empeñado esa Liga. En la primera fase se controlarán los retrasos de pago, y en la segunda, desde el 2014, se obligará a los clubes a presentar cuentas equilibradas sobre los últimos tres años.
¿Podrá llegar el ‘fair-play’ financiero acá? Bastante difícil, pues hay un traslape de intereses. Por ejemplo, fue un objetivo primordial captar la transmisión del fútbol en torno a los canales en manos del Gobierno, y la Ecuafútbol fue muy activa. Hace pocos días, fue impresionante escuchar a un dirigente responder, ante los reclamos del Deportivo Cuenca, por el perjuicio causado por los cambios de horarios de transmisión, que ‘los canales ponen la plata, y el que pone la plata manda’.
Mientras tanto, el Servicio de Rentas Internas ha descubierto diferencias notables en el pago de tributos de los equipos. En un mismo lapso, los tres clubes de Guayas y Los Ríos han pagado, juntos, menos de la décima parte de lo que pagó Liga Deportiva Universitaria, e incluso menos de lo que tributó un club de economía modesta como Universidad Católica.
Si bien se habla de fraude tributario en varios casos, algunos dirigentes mencionan una posible amnistía, que sería injusta para el resto de contribuyentes, y se argumenta que el fútbol ha vivido una burbuja que produjo estas distorsiones.
Todo ello, así como los ya habituales incumplimientos laborales de varios equipos, ameritaría una intervención seria, pero es muy difícil que los políticos desmonten la estantería, como en el deporte amateur. Si en busca de sus objetivos ni siquiera han dudado cuando les convenía incluir en sus listas a un futbolista que hizo un gran aporte en las canchas pero que no fue el mejor ejemplo como directivo y contribuyente, ¿por qué habría de esperarse que pongan orden en este fútbol rico y pobre?